Cuando el juego y la vida feliz quedaron bajo resguardo: disquisiciones sobre la felicidad protegida socialmente

Este artículo explora y trasiega por las ciencias de la sociología, el derecho y de la psicología, en particular en las interpretaciones freudianas, posfreudianas y contrafreudianas de “el juego” como la más primitiva y elemental expresión de cultura de la vida...

Full description

Autores:
Jiménez, Luis Fernando
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2020
Institución:
Universidad Externado de Colombia
Repositorio:
Biblioteca Digital Universidad Externado de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:bdigital.uexternado.edu.co:001/9029
Acceso en línea:
https://bdigital.uexternado.edu.co/handle/001/9029
https://doi.org/10.18601/25390406.n3.01
Palabra clave:
play and game
good life
leisure
ludic territories
moral development
juego
vida feliz
ocio
territorios lúdicos
desarrollo moral
Rights
openAccess
License
Luis Fernando Jiménez - 2018
Description
Summary:Este artículo explora y trasiega por las ciencias de la sociología, el derecho y de la psicología, en particular en las interpretaciones freudianas, posfreudianas y contrafreudianas de “el juego” como la más primitiva y elemental expresión de cultura de la vida buena. Constata a través de este repaso histórico que la lúdica, con su constante invención de representaciones colectivas sociales, se va, a cada paso, cargando de un profundo e intenso sentido y que se inicia, en serio, un florecer de instituciones lúdicas expresivas de felicidad: el turismo, la recreación, el deporte, el ocio pasivo y contemplativo de sí mismo, del otro y de lo-otro. Todo está listo para que las sociedades modernas valoren la búsqueda de la vida feliz como fin apetecible del vivir personal y comunitario que exige de un servicio cuya protección debe ser encomendada a la ley, para que la caracterice como amparo “suplementario” (Ley 100 de 1993), al igual que todos los territorios de la humanidad, iniciando por la escuela del niño y del joven (Ley 115 de 1994) y llegando hasta el territorio adulto. Pero ahora, en la posmodernidad de una seguridad social integral que incursiona hasta el fondo de la ludicidad con profunda hermenéutica constitucional y que manejan con temple los cinceles dialécticos de las nuevas organizaciones sociales, la mina de la felicidad pone a la luz su esencia como bien superior, luciendo ante el Estado-nación los méritos para que le sea reconocida su naturaleza y carácter de derecho propio del territorio niño, del territorio joven y del territorio adulto, nacido en la escuela, no entendida solo como institución formativa, sino como contexto natural y cultural del que se hace parte, en la calidad innata de comunidad humana, anidada y abrigada por dicho contexto.