Avances de investigación en educación y sociedad

Hoy cobra importancia para el sistema educativo la “carta de navegación” que hace 28 años fue formulada por la llamada Comisión de Sabios. En aquel informe, preparado por diez sobresalientes colombianos, Rodolfo Llinás, Gabriel García Márquez, Manuel Elkin Patarroyo, Marco Palacios, Ángela Restrepo,...

Full description

Autores:
Ovalle Almanza, María Cristina
Mora Delgado, Jairo
Tipo de recurso:
Book
Fecha de publicación:
2023
Institución:
Universidad del Tolima
Repositorio:
RIUT: Repositorio U. Tolima
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repository.ut.edu.co:001/3646
Acceso en línea:
https://repository.ut.edu.co/handle/001/3646
Palabra clave:
370 - Educación
Investigación científica y desarrollo
Psicología de la educación
Didáctica
Disciplina escolar
Sociedad
evaluación docente
evaluación de desempeño en Colombia
tendencias
implicaciones
socioestética
representaciones sociales
pacto de convivencia
análisis del discurso simbólico
educación rural
territorio
docente rural
ruralidad
currículo
articulación
permanencia escolar
transición de primaria a secundaria.
educación matemática
modelación matemática
paz positiva
violencia
contenido cultural
enseñanza de idiomas
cultura estadística
formación ciudadana
Rights
openAccess
License
http://purl.org/coar/access_right/c_abf2
Description
Summary:Hoy cobra importancia para el sistema educativo la “carta de navegación” que hace 28 años fue formulada por la llamada Comisión de Sabios. En aquel informe, preparado por diez sobresalientes colombianos, Rodolfo Llinás, Gabriel García Márquez, Manuel Elkin Patarroyo, Marco Palacios, Ángela Restrepo, Fernando Chaparro, Eduardo Aldana, Rodrigo Gutiérrez y Eduardo Posada, liderados por Carlos Eduardo Vasco, se hacía un serio análisis del papel protagónico de la triada Educación, Ciencia y Sociedad, como fundamento de los cambios necesarios para ubicar al país en el contexto mundial y enfrentar los desafíos del tercer milenio. Han pasado los años y tristemente los males que aquejan a uno de los pilares para dicho desafío aún subsisten; las brechas reconocidas por algunos de los integrantes de la comisión, al menos por personajes como Llinás, de los nueve que quedan vivos, son significativas. Bien lo explicaba García Márquez en la proclama que fue leída por él al finalizar la ceremonia de presentación del Informe de la Comisión de Sabios (1996): se trata de bogar hacia “una educación desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar…”. De hecho, tal sentencia ubica la educación en un sitial clave en virtud de su función social, pues no se trata solo del crecimiento del individuo per se, sino de cómo el acceso a la educación construye sujetos sociales y nos permite “…descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma, que aproveche al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética y tal vez una estética para nuestro afán desaforado de superación personal” (García-Márquez, 1996, p. 29). Tal era el reto planteado, formar ciudadanos y ciudadanas, sujetos éticos y políticos. No obstante, tal bitácora, colmada de buenas intenciones y positivos augurios, ha hecho aguas. Reconocerlo no es mero pesimismo, sino un campanazo para los educadores y educadoras y para la sociedad en general para retomar el rumbo. Esta es la misión del magisterio de Colombia. 8 Avances de investigación en educación y sociedad Veamos algunos testimonios que soportan estas ideas preliminares. “La educación en Colombia es mala, tan mala como en otros lugares del mundo”, ha sentenciado Rodolfo Llinás en diferentes entrevistas en medios digitales y televisivos. Tal juicio, en boca de uno de los científicos más prestigiosos de Colombia y miembro de la Comisión de Sabios de 1994, debería constituir motivo de preocupación para la comunidad educativa. Llinás explica que el problema es que no se enseña en contexto, lo cual implica estimular el desarrollo de las capacidades de análisis y relacionamiento. Por el contrario, el sistema educativo está basado en memorizar conceptos y datos para pasar las pruebas de conocimiento, antes que en aprender; es evidente que no se ha entendido que la memorización y los datos no son importantes per se, sino insumos para las etapas ulteriores, en las cuales la comprensión y el relacionamiento de procesos constituyen la base del conocimiento. En el mismo sentido, otro pedagogo, Julián de Zubiría, en entrevista concedida a Cortez (2017) explica que las cosas que se enseñan en los colegios son alejadas de la realidad. “Lo que uno necesita es leer la realidad social y para esto hay que tener conocimiento de los conceptos básicos”, lo cual implica una comprensión relacional y contextualizada, y no una mera memorización de datos. Para ello, la escuela debería ser el escenario en el cual los educandos aprendan a hacer más preguntas, antes que a recibir respuestas (Cortez, 2017), pues las primeras obligan a la búsqueda y el encuentro de verdades, las segundas amodorran el pensamiento. Con esto, y trayendo a escena el pensamiento de Piaget, de Zubiría sostiene que la premisa debería ser que en la escuela el desarrollo del pensamiento debe estar basado en la condición de aprender a valorar la diferencia. Por otra parte, formar ciudadanos en contexto y respetuosos de la diferencia y la diversidad implica tener conciencia de los vacíos, las injusticias y los mitos de la sociedad. Esto es, formar mentes críticas, capaces de cuestionar el status quo o, como diría el filósofo Guillermo Hoyos (2009), formar jóvenes impertinentes, condición que no solo está reservada a la praxis filosófica, sino a la función social de la educación: “no sólo la filosofía, la educación en general y la universidad especialmente deben ser impertinentes y, cuanto más impertinentes, tanto más críticas y tanto más abiertas a la utopía” (p. 3). Ciudadanas y ciudadanos formados en esta escuela son los que necesita la sociedad. Para ello, construir un sistema educativo que le apueste a la transdisciplinariedad es fundamental. En esta condición, el diálogo entre las disciplinas es necesario. El pensamiento científico e ingenieril debe entreverarse con la sensibilidad, el espíritu crítico y la rigurosidad que brindan las humanidades y las ciencias sociales. Magistralmente lo explica Nussbaum (2010): el profesional María Cristina Ovalle Almanza - Jairo Mora-Delgado 9 en formación requiere una contextualización social, que los jóvenes sepan de dónde vienen y proyectarse en función de metas personales y de fines sociales. Para ello, se requiere que el proceso de formación permita apropiar críticamente la historia local, nacional y global, así como entender la organización social y las relaciones de poder. En esa línea, el aprendizaje de habilidades artísticas estimula la creatividad y, por tanto, el espíritu crítico y libre, y a la vez induce a la pregunta científica. Visto así, el sistema educativo debería promover una educación integral, que combine contexto y contenido. Para el aprendizaje del contexto, las inquietudes artísticas, la lógica matemática, la retórica y la historia constituyen fuente de pensamiento crítico. Así, en los contenidos, el desarrollo de habilidades motoras y racionales de la profesionalización serán más fáciles de entender y apropiar. En última instancia, explica Llinás (2015), se necesita formar ciudadanos zorroerizos, como en la fábula griega de Archilochus. En términos de una pedagogía crítica, se trata de que el sistema educativo le apunte a un currículo pertinente e impertinente a la vez, que refleje el reconocimiento a la diversidad de contextos y la pertinencia para cada uno de ellos; solo así, la educación podrá erigirse como “el agente de reproducción social y cultural” (Giroux, 1992) que refleja e interpela la complejidad de la sociedad. Esto es, un constructo permanente y, por lo tanto, cambiante y dinámico, con participación y diálogo entre las partes (Giroux, 2003). Justamente, el Doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad del Tolima ha asumido como misión contribuir a la materialización de esta idea de educación mediante la formación de investigadores e investigadoras del más alto nivel para el estudio sistemático de los procesos educativos, en una perspectiva compleja en la que convergen las disciplinas de las Ciencias Sociales y Humanas para explicar, comprender y transformar la realidad educativa. Este proyecto de formación doctoral, que desde hace 25 años integra a diez universidades públicas regionales de toda Colombia, se ha constituido en un espacio de referencia para la generación de conocimiento y la formación de científicos y científicas que contribuyen a la construcción de alternativas en los más diversos campos de la investigación educativa. Los estudios en torno al currículo, las didácticas, la evaluación y las pedagogías se encuentran, en la trayectoria científica del Doctorado en Ciencias de la Educación, con los estudios culturales, la historia, la antropología, la ciencia política, el derecho, las artes, las ciencias de la salud, la ecología y la filosofía para aportar a miradas más complejas de lo educativo. Este libro obedece a una doble intención: por una parte, constituye un esfuerzo por recoger algunos de los aportes que los y las estudiantes del Doctorado en Ciencias de la Educación han realizado a este campo de estudio, a través de los 10 Avances de investigación en educación y sociedad avances alcanzados en el desarrollo de las investigaciones que sustentan sus tesis doctorales. Por otra parte, el libro aspira a contribuir al balance sobre los temas y los problemas que actualmente ocupan la agenda de la investigación educativa en Colombia. Así, las páginas que siguen presentan ejercicios de problematización que transitan por temáticas diversas, tales como el papel de la investigación en la formación inicial de docentes, el estado de la educación rural en Colombia, el papel formativo de la música en la visibilización de la violencia social y política, los retos de la articulación curricular entre niveles de formación para prevenir el fracaso escolar, la dimensión socioestética de las prácticas de convivencia en las instituciones educativas, los vínculos entre el pensamiento matemático y, particularmente, la modelación y la estadística, en la formación de ciudadanía y el papel de la interculturalidad en los currículos para la enseñanza de una segunda lengua y sus impactos sobre la formación. Todos estos ejercicios tienen en común una preocupación fundamental: la pregunta por la formación, que orienta la reflexión filosófica de la pedagogía y que ha permitido la construcción de avances teóricos y prácticos en la forma de enseñar y de aprender, no solo en campos específicos de conocimiento, sino para la vida. Dicha pregunta por la formación supone interrogar permanentemente los vínculos entre aquello que se enseña en la escuela y las dimensiones moral y política del sujeto que se educa. El aporte de este libro a ese cuestionamiento apunta a comprender que todo lo que la escuela realiza tiene un impacto sobre la formación, y que ese impacto debe ser reconocido, comprendido y alimentado con visiones provenientes de cualesquiera campos de conocimiento que puedan aportar significativamente a esa comprensión. En efecto, la vocación transdisciplinar hacia la que apuntan esas reflexiones es el reflejo de la propia aspiración a la transdisciplinariedad en la formación doctoral que anima al Doctorado en Ciencias de la Educación. Y esto porque, como se observa en los capítulos que siguen, los problemas del llamado fracaso escolar, o de la convivencia, o de la enseñanza de una segunda lengua (para citar solo algunos ejemplos) no se agotan con la mirada técnica sobre lo curricular, o con el abordaje psicosocial del comportamiento en la escuela o con la aproximación lingüística al idioma y a su enseñanza. Estos problemas, como los demás que son explorados a lo largo de este libro, revelan la importancia de establecer puentes y diálogos entre lo curricular, lo político, lo cultural, lo histórico, lo ético y lo estético, para dotar de sentido lo que ocurre en la escuela y para aportar conocimientos socialmente relevantes que permitan iluminar procesos de transformación educativa, que no son otra cosa que procesos de transformación social. María Cristina Ovalle Almanza - Jairo Mora-Delgado 11 A ese respecto, tenemos una certeza en común: la investigación científica en Ciencias de la Educación no es una tarea desprovista de intereses, de compromisos políticos ni de valores. En una sociedad en la cual proliferan las manifestaciones violentas de la conflictividad social, la exclusión política y la desigualdad material, las Ciencias de la Educación no pueden sino estar comprometidas con la superación de la injusticia. Ese compromiso, a su vez, ha de traducirse en la construcción de conocimientos que, sin pretensión alguna de neutralidad, permitan transitar hacia una escuela crítica y transformadora, deliberativa y comprometida con el conocimiento en toda su diversidad. Esperamos que el aporte de este libro permita visibilizar esa comprensión de la investigación científica de la que los capítulos que aquí se presentan son una muestra significativa: que los temas y los problemas de las ciencias son inagotables, que los caminos para abordarlos son infinitos y que todo conocimiento puede y debe comprometerse con generar efectos tales que reivindiquen la vida y la dignidad de todos los seres humanos. Esta convicción era compartida por uno de los coautores de este libro, el doctorando John Jairo Zabala Corrales, cuya temprana partida dejó un vacío en nuestra comunidad educativa, tanto del Doctorado en Ciencias de la Educación, como de la Universidad del Tolima. Sus reflexiones y sus aspiraciones por una educación matemática que sirva para leer la realidad, para interpretar el sentido de los fenómenos sociales y para tomar decisiones informadas y críticas, como corresponde a una ciudadanía reflexiva, enriquecen las páginas que siguen.