Cerro Colorado: Rehabitar la tradicion del Cerro del Cable.
Cerámica, cerámica, cerámica. Por todo lado cerámica distinta pero parecida, parecida a los ladrillos de fachada de mi casa, a los muros de la casa de mi abuela, a los pisos de mi universidad, a las tejas de mi lugar favorito. Ladrillos que veo en todas partes y que no vuelvo a ver nunca, sucesos ún...
- Autores:
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Pizarro Ospina, Emilio
- Tipo de recurso:
- Trabajo de grado de pregrado
- Fecha de publicación:
- 2024
- Institución:
- Universidad de los Andes
- Repositorio:
- Séneca: repositorio Uniandes
- Idioma:
- spa
- OAI Identifier:
- oai:repositorio.uniandes.edu.co:1992/74730
- Acceso en línea:
- https://hdl.handle.net/1992/74730
- Palabra clave:
- Rehabitar
Oficio
Montaña
Memoria
Arquitectura
- Rights
- openAccess
- License
- https://repositorio.uniandes.edu.co/static/pdf/aceptacion_uso_es.pdf
Summary: | Cerámica, cerámica, cerámica. Por todo lado cerámica distinta pero parecida, parecida a los ladrillos de fachada de mi casa, a los muros de la casa de mi abuela, a los pisos de mi universidad, a las tejas de mi lugar favorito. Ladrillos que veo en todas partes y que no vuelvo a ver nunca, sucesos únicos apilados alrededor de toda mi vida. Los veo parados, acostados, recostados, tumbados, echados, pegados, molidos. Los veo crudos, oscuros, claros, quemados, rojos, amarillos. Los veo lisos, rugosos, dañados, erosionados, desportillados, con mugre y sin mugre, con musgo y sin musgo. Los veo sin verlos, se pierden entre tantos, pero siempre presentes dan una sensación de ritmo, de textura, de tacto a mi andar. Se como se sienten. Los he sentido toda mi vida, sabiendo y sin saberlo, mi piel los conoce mejor que mis ojos. Los veo antes de entrar, al entrar, ya dentro. Los veo cuando recorro el lugar. Los veo jugar con la luz, perder sus ángulos rectos, adornar el segundo plano de las sombras. Veo la cerámica en la cantidad de espacios intermedios que me acompañan. Una cantidad de espacios que apilan ladrillos para enmarcar la ciudad, para tocar el cielo, para sentir el sol, para reflexionar, para leer, para crear. Recorro los ladrillos apilados en la montaña como si fuera la montaña misma. Puedo ver la maleza colarse entre ellos, crecer donde es difícil crecer, reconocer esos objetos que alguna vez fueron parte de ella y ver como los abraza. Me siento acogido por un espacio sutil, sencillo, con el que es fácil relacionarse. Y siempre acompañándome, el agua, el agua del cerro que los espacios reparten por todas partes, recordándole a la cerámica que alguna vez fue barro. |
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