La derrota de la agronomía, romper un camino a través del bosque

Quienes tienen la fortuna de abrevar en las fuentes de la evolución saben que todo lo que nos rodea, sean ciudades y culturas, ciencia y tecnología, estructuras sociales, políticas y económicas, fauna y flora, o mitos, ritos, y símbolos, debe su existencia a los cambios y no pocas veces a la desapar...

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Autores:
Torres, Enrique
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2002
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/36415
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/36415
http://bdigital.unal.edu.co/26499/
Palabra clave:
Rights
openAccess
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Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
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Tal es el caso de los sustantivos que componen el título de esta nota, DERROTA y AGRONOMIA.   Derrota es un vocablo enraizado en el sánscrito rav- = romper, rutá- = roto, que se insertó en las lenguas latinas como "ruta" a través de la rupIavia= vía rota, algo así como un "camino abierto cortando el bosque" (Robertsy Pastor, 1996. Este origen legitima su parentesco con derrotero, definido por la Real Academia Española como el camino tomado para lograr el fin propuesto. Así que anotar la derrota es señalar el rumbo a seguir en una navegación, y no necesariamente reconocer que se ha perdido una batalla. Esta nota es, pues, una invitación a reflexionar acerca del rumbo de la agronomía, y muy apropiadamente sobre los caminos que se han de abrir, cortando el bosque.   En su acepción etimológica como las leyes o costumbres del campo, la agronomía es la recopilación de las prácticas locales que ejecutan los agricultores. Como tal, se constituye con base en obras de poetas, cronistas, historiadores y pensadores en diversas culturas, y podría remontarse al código babilónico de leyes atribuido a Hammurabí. Tratados de agronomía, así entendida, fueron compuestos por Aristóteles y Teofrasto en Grecia, Columela, Virgilio, Catón, Varrón y los Plinios en Roma, Abu-Zacaría en la España musulmana, e innumerables escritores donde quiera que se desarrollaron prácticas de agricultura.   Pero la agronomía también se puede entender como el corpus científico de lo que debe ser la agricultura bajo las particularidades locales de climas y de suelos. En esta acepción, la agronomía solamente se pudo concebir en la edad moderna europea bajo los auspicios del pensamiento inductivo de Galileo y Bacon, para ser alimentada con los aportes de la química, la biología, la taxonomía, la genética, la sistemática, la microbiología, la ecología, la estadística, y otras tantas ciencias nodrizas que apenas surgieron, ellas mismas, a partir del siglo 18.   La sistematización de las observaciones sobre un esquema de hipótesis siempre susceptibles de ser rechazadas cuando los resultados de la experimentación les sean adversos ha conducido a formular teorías que explican y predicen el comportamiento de las plantas y de sus organismos asociados. Así surgen las teorías sobre estructura y función de las células, gérmenes como causa de las enfermedades, señales químicas que explican el comportamiento de insectos, tejidos vasculares como conductos para los fluidos vegetales, macromoléculas como partículas que transmiten la información genética a la progenie y aún a individuos contemporáneos, el origen común de todos los seres vivos, y tantas más sobre las cuales se ha venido construyendo el edificio aún inacabado de la biología vegetal.   La agronomía de comienzos del siglo 2l es cualitativamente diferente de la que se predicaba y practicaba hace tres o cuatro lustros, y es previsible que persista esta tendencia de dejar obsoletos en un corto plazo los conocimientos teóricos. Con este significado, la agronomía no va más a la zaga de la agricultura describiendo o criticando sus prácticas pero, al contrario, debe adelantarse a ella ROMPIENDO CAMINOS A TRAVES DEL BOSQUE. La profundización de las ciencias biológicas está poniendo al descubierto, cada vez con mayor celeridad, la unidad de los procesos celulares y moleculares en los diferentes organismos. Los diversos segmentos de la biología vegetal también se van unificando en el horizonte molecular en el cual se esfuman las fronteras entre fisiología y genética, simbiosis y tolerancia a temperaturas extremas, respuestas a heridas, a insectos y a patógenos.   Para ser consecuentes con esta percepción cambiante de la agronomía debemos subirnos al tren del pensamiento molecular, tanto en el desempeño investigativo como en la formación de profesionales y en su fase avanzada de investigadores. Una mirada comparativa a la larga y compleja historia de la agricultura y a la más breve y lineal de las ciencias agronómicas basta para damos cuenta que mientras éstas avanzan y se acrecientan a un ritmo vertiginoso, aquella presenta una mayor estabilidad, atribuible a la aversión al riesgo que caracteriza a productores agrícolas grandes y pequeños.   Tal diferencia en velocidad de progreso no debe ser obstáculo para que la agronomía siga abriendo caminos, fortalecida con nuevas y potentes herramientas científicas y tecnológicas. Este debe ser el rumbo de la Facultad de Agronomía, o al menos de su programa curricular en ingeniería agronómica y en formación avanzada, a no ser que optemos por sentarnos a ver pasar la agricultura y seguir siendo sus narradores, a la manera de los grandes cronistas de hace dos milenios.   REFERENCIAS   ROBERTS, E. A. Y PASTOR, B. 1996. Diccionario etimológico indoeuropeo de la lengua española. Alianza Editorial, Madrid.
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Para citar un ejemplo cercano y trillado, la extinción de los dinosaurios hace 60 millones de años permitió la expansión de los mamíferos que condujo a su vez al surgimiento de los euprimates hace 56 millones de años.   El lenguaje no es ajeno a esta suerte, y al examinar la evolución de vocablos de hoy podemos entrever sus vicisitudes y hasta rescatar significados sugestivos de nuevas perspectivas, como en las obras de los grandes artistas plásticos. Tal es el caso de los sustantivos que componen el título de esta nota, DERROTA y AGRONOMIA.   Derrota es un vocablo enraizado en el sánscrito rav- = romper, rutá- = roto, que se insertó en las lenguas latinas como "ruta" a través de la rupIavia= vía rota, algo así como un "camino abierto cortando el bosque" (Robertsy Pastor, 1996. Este origen legitima su parentesco con derrotero, definido por la Real Academia Española como el camino tomado para lograr el fin propuesto. Así que anotar la derrota es señalar el rumbo a seguir en una navegación, y no necesariamente reconocer que se ha perdido una batalla. Esta nota es, pues, una invitación a reflexionar acerca del rumbo de la agronomía, y muy apropiadamente sobre los caminos que se han de abrir, cortando el bosque.   En su acepción etimológica como las leyes o costumbres del campo, la agronomía es la recopilación de las prácticas locales que ejecutan los agricultores. Como tal, se constituye con base en obras de poetas, cronistas, historiadores y pensadores en diversas culturas, y podría remontarse al código babilónico de leyes atribuido a Hammurabí. Tratados de agronomía, así entendida, fueron compuestos por Aristóteles y Teofrasto en Grecia, Columela, Virgilio, Catón, Varrón y los Plinios en Roma, Abu-Zacaría en la España musulmana, e innumerables escritores donde quiera que se desarrollaron prácticas de agricultura.   Pero la agronomía también se puede entender como el corpus científico de lo que debe ser la agricultura bajo las particularidades locales de climas y de suelos. En esta acepción, la agronomía solamente se pudo concebir en la edad moderna europea bajo los auspicios del pensamiento inductivo de Galileo y Bacon, para ser alimentada con los aportes de la química, la biología, la taxonomía, la genética, la sistemática, la microbiología, la ecología, la estadística, y otras tantas ciencias nodrizas que apenas surgieron, ellas mismas, a partir del siglo 18.   La sistematización de las observaciones sobre un esquema de hipótesis siempre susceptibles de ser rechazadas cuando los resultados de la experimentación les sean adversos ha conducido a formular teorías que explican y predicen el comportamiento de las plantas y de sus organismos asociados. Así surgen las teorías sobre estructura y función de las células, gérmenes como causa de las enfermedades, señales químicas que explican el comportamiento de insectos, tejidos vasculares como conductos para los fluidos vegetales, macromoléculas como partículas que transmiten la información genética a la progenie y aún a individuos contemporáneos, el origen común de todos los seres vivos, y tantas más sobre las cuales se ha venido construyendo el edificio aún inacabado de la biología vegetal.   La agronomía de comienzos del siglo 2l es cualitativamente diferente de la que se predicaba y practicaba hace tres o cuatro lustros, y es previsible que persista esta tendencia de dejar obsoletos en un corto plazo los conocimientos teóricos. Con este significado, la agronomía no va más a la zaga de la agricultura describiendo o criticando sus prácticas pero, al contrario, debe adelantarse a ella ROMPIENDO CAMINOS A TRAVES DEL BOSQUE. La profundización de las ciencias biológicas está poniendo al descubierto, cada vez con mayor celeridad, la unidad de los procesos celulares y moleculares en los diferentes organismos. Los diversos segmentos de la biología vegetal también se van unificando en el horizonte molecular en el cual se esfuman las fronteras entre fisiología y genética, simbiosis y tolerancia a temperaturas extremas, respuestas a heridas, a insectos y a patógenos.   Para ser consecuentes con esta percepción cambiante de la agronomía debemos subirnos al tren del pensamiento molecular, tanto en el desempeño investigativo como en la formación de profesionales y en su fase avanzada de investigadores. 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Agronomía Colombiana; Vol. 20, núm. 3 (2002); 7-8 Agronomía Colombiana; Vol. 20, núm. 3 (2002); 7-8 2357-3732 0120-9965 .La derrota de la agronomía, romper un camino a través del bosqueArtículo de revistainfo:eu-repo/semantics/articleinfo:eu-repo/semantics/publishedVersionhttp://purl.org/coar/resource_type/c_6501http://purl.org/coar/resource_type/c_2df8fbb1http://purl.org/coar/version/c_970fb48d4fbd8a85Texthttp://purl.org/redcol/resource_type/ARTORIGINAL24097-84323-1-PB.pdfapplication/pdf149963https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/unal/36415/1/24097-84323-1-PB.pdf7eed871704a63122b602e83e438e1897MD51THUMBNAIL24097-84323-1-PB.pdf.jpg24097-84323-1-PB.pdf.jpgGenerated Thumbnailimage/jpeg11167https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/unal/36415/2/24097-84323-1-PB.pdf.jpg7eaa8253383136fc057c4d0c459c76e9MD52unal/36415oai:repositorio.unal.edu.co:unal/364152023-01-10 23:05:46.182Repositorio Institucional Universidad Nacional de Colombiarepositorio_nal@unal.edu.co