Persio y su sátira

Aulo Persio Flaco, el poeta latino tachado por muchos de oscuro, de bárbaro y aun de mal escritor, e incoherente en su lenguaje poético, nació el año 34 de nuestra era en Volterra, antigua población etrusca, en medio de una familia del orden ecuestre y del más rancio linaje entre las italianas. Qued...

Full description

Autores:
Persio Flaco, Aulo
Motta Salas, Julián
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1958
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/63312
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/63312
http://bdigital.unal.edu.co/63579/
Palabra clave:
1 Filosofía y psicología / Philosophy and psychology
51 Matemáticas / Mathematics
86 Literaturas española y portuguesa / Literatures of specific languages and language families
Poeta latino
Etrusca
Volterra
Filosofía
De Cleanto
Senado Romano
Sátira
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:Aulo Persio Flaco, el poeta latino tachado por muchos de oscuro, de bárbaro y aun de mal escritor, e incoherente en su lenguaje poético, nació el año 34 de nuestra era en Volterra, antigua población etrusca, en medio de una familia del orden ecuestre y del más rancio linaje entre las italianas. Quedó huérfano de padre a los seis años, y su madre, Fulvia Sisena, se casó luégo con un caballero romano llamado Fusio, que a poco murió dejando a la viuda con su hijo, el cual estudió en su villa natal hasta los 12 años, para pasar después a Roma, donde el gramático Remio Palemón y el retórico Virginio Flaco, hijo aquél de un esclavo mancillado con toda clase de vicios, según Suetonio, pero cautivador por el raro don de su elocuencia y por una memoria prodigiosa, facilísimo improvisador como Estado, y el otro, de quien nada se sabe, fallecido en tiempo de Trajano, dirigieron sus primeras letras. El mal gusto dominaba entonces las latinas, y como tanto Remio Palemón como Virgilio Flaco estaban contagiados de él, no es extraño que Persio hubiera seguido por esas sendas. Fue discípulo también de Comuto, quien le presento al joven Lucano, que tanto admiró a Persio, y conoció mucho después a Séneca y cultivó una cariñosísima amistad con Petio Tráseas, cuya virtud debió de influir en su vida y costumbres, pues las tenía muy ajustadas a la moral, siendo, según sus biógrafos, de un pudor casi virginal, e hijo, hermano y sobrino amantísimo. Condición que en él era tanto más amable y notoria cuanto campeaba en una faz bien agestada que llamaba la atención de los que le miraban. Murió en todo su vigor y lozanía a los veintiocho años, bajo el reinado de Nerón, y dejando heredero de su biblioteca y su fortuna a su amigo Comuto, que aceptó solamente los libros y regaló la herencia a la hermana del poeta. Sus versos fueron publicados por el gentil y oficioso amigo, con extraordinario éxito editorial. Persio es el autor más difícil de toda la literatura latina, enigmático muchas veces, podríamos decir nebuloso, con un estilo en ocasiones áspero y pesado y con un lenguaje que no recoge las mejores voces de un pasado esplendor, sino las propias suyas, algunas de su propia cosecha, pues no fueron aducidas por ningún otro de los autores latinos. No se le puede tildar, como lo hizo sin razón Nisard, de falto de ideas, pues las tiene muy altas por cierto, como lo puede observar quien lea sus sátiras, en las cuales, si no se halla la sal con que adobaron las suyas Lucilio y Horacio, se ve a un escritor de extraordinario talento que, a una edad tan temprana, dejó seis admirables que bien justifican el juicio crítico de Quintiliano, juez de toda excepción: Multum et verae gloriae, quamvis uno libro, Persius meruit. (Inst. Orat. X, 1). “Mucha y verdadera gloria, aunque con un solo libro, mereció Persio”.