Imaginarios estéticos de la mujer desplazada por conflicto en el territorio, en la Comuna ocho de Medellín
Prefacio: En calidad de Director presento el concepto de la tesis Imaginarios estéticos de la mujer desplazada por conflicto en el territorio en la comuna ocho de Medellín, elaborada por José Alexander Caicedo Castaño para optar al título de Magister en Hábitat. El horizonte de reflexión elegido por...
- Autores:
-
Caicedo Castaño, José Alexander
- Tipo de recurso:
- Fecha de publicación:
- 2014
- Institución:
- Universidad Nacional de Colombia
- Repositorio:
- Universidad Nacional de Colombia
- Idioma:
- spa
- OAI Identifier:
- oai:repositorio.unal.edu.co:unal/50826
- Acceso en línea:
- https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/50826
http://bdigital.unal.edu.co/44827/
- Palabra clave:
- 71 Urbanismo y arte paisajístico / Landscaping and area planning
Imaginarios estéticos
Mujeres
Desplazada
Violencia de géneros
Conflictos territoriales
Comuna ocho (Medellín)
Fronteras imaginadas
Musa afro paradisiaca
Imaginarios rurales y urbanos
- Rights
- openAccess
- License
- Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Summary: | Prefacio: En calidad de Director presento el concepto de la tesis Imaginarios estéticos de la mujer desplazada por conflicto en el territorio en la comuna ocho de Medellín, elaborada por José Alexander Caicedo Castaño para optar al título de Magister en Hábitat. El horizonte de reflexión elegido por el estudiante sobrepasa el límite del capital académico que posee el autor para establecer un diálogo abierto con otras disciplinas que relacionan la estética con las ciencias humanas. Esto se evidencia en la formulación misma del título de la tesis que explora varios conceptos atractivos para la sociología, la antropología, la teoría del habitar, las ciencias políticas entre otras. De plano, la nominación misma del trabajo deja entrever que la pregunta de investigación hace evidente un diálogo interdisciplinar y una experimentación en torno a lecturas del territorio, del suelo, del espacio y del lugar que abren nuevos significados y horizontes de comprensión sobre un fenómeno que atraviesa la historia de nuestras ciudades, ciudades cuyo crecimiento irregular, ha sido catapultado por la exclusión, el conflicto armado y la desigualdad social. José Alexander se ha propuesto ahondar en el carácter estético de un problema que enmarca su propia experiencia: la de habitar en una comuna atravesada por la irregularidad, el miedo y el peligro. ¿Puede haber poética en lugares así? ¿Cuáles son los imaginarios que atraviesan la periferia de la ciudad? La respuesta la ofrece el mismo estudiante cuando ilustra cómo en el día a día las personas encuentran estrategias vinculantes, prácticas sensibles y de supervivencia, pero sobre todo maneras de hacer mundo, esto es creer e inventar las mejores y más audaces rutas de resistencia para sortear la adversidad en lo cotidiano. Lo anterior es el telón de fondo para ilustrar cómo la estética asociada a esa noción sociológica de comunidad, aparece como un bálsamo de la sociabilidad que atiende problemas reales de quien se instala en un territorio y transforma el espacio un lugar donde morar. Lejos de los idealismos tontos y de las pretensiones de los teóricos y seguidores de la teoría institucionalista del arte que solo reconocen como válidas las producciones de los artistas que entran en la institución museo, José Alexander da la vuelta a este reloj de arena y se aventura a mostrar cómo el arte está vinculado con la vida misma, cómo la estética es inherente a la condición del habitar, pero sobre todo, cómo el mundo de la vida en estos lugares periféricos y marginales se configura a partir de saberes y prácticas heredadas. Frente a la pregunta de sí los imaginarios fundan la realidad o es la realidad la que funda los imaginarios, el estudiante traza una ruta de análisis en la que muestra algunas caras de un inmenso dragón teórico, revelando que en las ciencias sociales y humanas, algunos problemas, vale la pena explorarlos en sus mínimos detalles y que es en esos detalles donde se esconde un verdadero mundo. Ya lo decía el sabio J.L Borges, en un grano de polvo se encuentra la historia misma del universo y eso es lo que, guardadas las proporciones, hace José Alexander en su trabajo de tesis. De allí se entiende la flexibilidad teórica y la agilidad para agrupar en torno al tema del desplazamiento, de la mujer y de la ruralidad inserta en las prácticas citadinas, aproximaciones teóricas de distinta naturaleza que respaldan la referencia más importante de todas: la de su propia experiencia del habitar en un lugar con estas características. Esto puede interpretarse como un primer acierto en cuanto a vigencia y actualidad del tema, pues se ha vuelto costumbre allanar los terrenos de la tesis de maestría con millones de datos de un infinito número de autores, como si de lo que se tratara es de mostrar un gran manejo de la información y no tanto la elaboración de una idea propia respaldada en la experiencia. Desde este punto de vista queda en evidencia que la construcción seria de la teoría del habitar implica una afinación heurística que haga válida la construcción de instrumentos de análisis que permitan medir fenómenos tan connaturales a nuestro entorno que, incluso, llegan a pasar desapercibidos por exceso de familiaridad. Sobre esta base, el primer objetivo de la tesis es poner en evidencia a través de un relato cómo se articula la etnografía de la vida cotidiana con la teoría crítica del habitar. Se trata de una apuesta por socavar en los principios microhistóricos, epistemológicos y fenomenológicos para traslaparlos con problemas propios del lugar y de la vida fáctica. José Alexander anticipa cómo el campo expandido de la segregación se ancla y difunde a través de imaginarios, de dicotomías entre rural-urbano, hombre -mujer, campo- ciudad, formal -informal, bueno- malo, blanco -negro etc. De esto se infiere que estas dicotomías son las que alimentan los prejuicios, dejando entrever así que la tesis aborda un problema ético que, en el mundo práctico, tiene la misma cara de lo estético. Para defender su postura, el estudiante crea un escenario teórico y se atreve a elaborar unas cartografías de la experiencia cotidiana cuya belleza exalta la sensibilidad y la etnicidad presentes en un territorio. Así, enriquece el panorama discursivo de las prácticas de resistencia fundamentadas en la estética y en la búsqueda de los trascendentales de la belleza, la felicidad y de la vida buena, cuya calidad a nivel de contenido es destacable. Es de valorar la manera en que el autor profundiza en las fuentes y asume con responsabilidad el estudio de cada uno de los autores con miras a configurar un escenario del diálogo que respalde sus ideas. Con la responsabilidad que un trabajo de maestría amerita, el estudiante se enfoca en mostrar que una parte del trabajo consiste precisamente en activar prácticas que transforman a la propia comunidad. Detrás de esto está la imagen de la musa paradisiaca, metáfora de la musa inspiradora, metáfora de la mujer y metáfora cuyo contenido simbólico es puesto en evidencia en la vida práctica gracias al trabajo dedicado de la mujer que con su infinita capacidad para planificar territorializa el espacio y lo convierte en lugar. Al situar este punto coyuntural, el estudiante logra darle la importancia que merece la metáfora al sedimentar conceptos arraigados en el sentido común y cuya riqueza es la materia prima para entender por qué el hombre cotidiano hace las elecciones que hace y busca siempre las salidas prácticas sin apelar a tanta letra muerta que reposa en los libros. En cuanto a la metodología, bien vale mencionar que se trata de una completa estrategia de investigación social cualitativa que busca sentar la base de futuras investigaciones en el campo de la comprensión de los fenómenos sociales asociados al uso del suelo y el territorio. La confiabilidad y validez de esta forma de investigar hace que el texto se convierta en tema de interés para estudiosos de la cultura y una amplia gama de público en general. A la luz de este argumento, José Alexander pone en tela de juicio esa habermasiana racionalidad comunicativa que valida la interacción a la luz de los argumentos, las demostraciones y los procedimientos para lograr el entendimiento diario entre los individuos, desconociendo la potencialidad de la sensibilidad estética, la sociabilidad y las estrategias vinculantes como la siembra, la comida o el embellecimiento de un lugar por parte de los moradores. De un dialogo de un año y medio me resulta destacable el cuidadoso manejo que el autor hace de los conceptos, las fuentes y del lenguaje, pero sobre todo, de la manera en que encuentra su propio norte investigativo a partir de su experiencia |
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