Sexismo y racismo: vínculos ineludibles

En el siguiente texto, versión condensada, la autora reflexiona acerca de los vínculos entre sexismo y racismo y sus repercusiones políticas para las agendas de movimientos sociales comprometidos con estas problemáticas. Para comenzar, les propongo que contemplemos la idea de que los sexismos y raci...

Full description

Autores:
Castellanos Llanos, Gabriela
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2001
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/47257
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/47257
http://bdigital.unal.edu.co/40189/
Palabra clave:
3 Ciencias sociales / Social sciences
32 Ciencia política / Political science
36 Problemas y servicios sociales, asociaciones / Social problems and social services
Moviemientos Sociales
Racismo
Sexismo
Interseccionalidad
Androcentrismo
Prácticas Sociales
Construcciones Culturales
Desigualdad Social
Poder
Discriminación
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:En el siguiente texto, versión condensada, la autora reflexiona acerca de los vínculos entre sexismo y racismo y sus repercusiones políticas para las agendas de movimientos sociales comprometidos con estas problemáticas. Para comenzar, les propongo que contemplemos la idea de que los sexismos y racismos son asuntos de todos (como veremos, lo mismo pudríamos decir del clasismo, del cual, sin embargo, no nos ocuparemos directa y activamente en este trabajo). Es preciso aclarar de inmediato que no planeo esta idea en el sentido que algunos le daban durante los años 60: no se trata de darse golpes de pecho ni de asumir culpabilidades ni voluntarismos. Se trata, más bien, de explorar algunas de las consecuencias de la concepción de clase, raza y género como tres elementos constitutivos de todas las relaciones sociales. Tal concepción quiere decir, entre oirás cosas, que siempre que nos relacionemos directa o indirectamente con otros miembros de nuestra sociedad, los tres elementos estarán presentes, que invariablemente ajustaremos nuestra conducta, consciente o inconscientemente, a la apreciación de si nuestro interlocutor o interactuante pertenece o no a su mismo sexo, a la misma raza o a la misma clase. Quiere decir, también, que no podemos dejar de hacerlo, ya que los discursos y las prácticas sociales que conforman, que dan cuerpo a nuestra cultura, están atravesados por condicionamientos de clase, raza y género, listos condicionamientos están tan hondamente entrelazados con el tejido de nuestra cultura, que actúan con frecuencia de una manera ciega; tanto raza, como género y clase son causales para una dominación que a menudo permanece invisible para quienes la ejercen. Por eso vemos, por ejemplo, que en muchos países de América, tanto del norte como del sur. En los siglos XVIII y XIX se promulgaron instituciones que reconocían la libertad como un derecho innato e inalienable de todos los hombres, pero que no fueron obstáculo para que se permitiera la esclavitud, para que se negaran los derechos de las mujeres, para que se despojara de sus tierras a los indígenas, o para que se exigiera tener propiedades para ser considerado “ciudadano” y poder ejercer derechos políticos.