Comunicaciones y documentos: Esclavos de indias en valencia

En Valencia, como en las otras grandes urbes del Viejo Mundo, se llevaba a fines del siglo XV al mercado toda suerte de esclavos. El suyo reunía, todavía en esta época del descubrimiento, mercancía llegada de todos los puntos del orbe conocido desde Turquía a Guinea. Natural era que, si las avanzada...

Full description

Autores:
Cortés Alonso, Vicenta
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1958
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/63272
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/63272
http://bdigital.unal.edu.co/63509/
Palabra clave:
3 Ciencias sociales / Social sciences
32 Ciencia política / Political science
34 Derecho / Law
91 Geografía y viajes / Geography and travel
93 Historia del mundo antiguo hasta ca. 499 / History of ancient world; of specific continents, countries, localities; of extraterrestrial worlds
97 Historia general de América del Norte / History of ancient world; of specific continents, countries, localities; of extraterrestrial worlds
Esclavos de Indias en Valencia
Viejo mundo
Política global
Esclavo indiano
Corona de Castilla
Ciudad de Lisboa
Boticario
Europa contemporánea
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:En Valencia, como en las otras grandes urbes del Viejo Mundo, se llevaba a fines del siglo XV al mercado toda suerte de esclavos. El suyo reunía, todavía en esta época del descubrimiento, mercancía llegada de todos los puntos del orbe conocido desde Turquía a Guinea. Natural era que, si las avanzadas de las tropas en Africa contra el infiel o la llegada de las naves portuguesas a ignotos puntos más allá del cabo Bojador repercutían al poco tiempo en sus transacciones, no sucediera ahora de otro modo, y el gran hallazgo de las tierras indianas tuviera su reflejo en alguna venta valentina 1. Y no sólo eso, que los indios fueran mercancía en su plaza, sino que su afluencia siguiera los azares de la política general relativa a los nuevos súbditos de la Corona, de la misma manera que, como había acontecido hasta entonces, la trata de otros grupos humanos se había visto sujeta a esta misma política global. Hay piezas, tales son los negros, que forman el grueso del negocio esclavista y cuyo tráfico mantiene una cierta uniformidad en precios, cantidad y frecuencia de llegada al mercado valenciano. Otros, como los musulmanes, siguen los altibajos de la escaramuza norteafricana, llegando en grandes lotes tras las magnas acciones militares y menguando luego a más escasos porcentajes proporcionados por el robo y el corso. Los canarios, por otro lado, suponen un ciclo cerrado de alza y descenso de sus ventas inherente a toda conquista. Lógicamente, con los aborígenes de América hubiera sucedido lo mismo a no mediar unas bulas y ciertas prohibiciones. Esta novedad se ve reflejada también, de rechazo, en el mercadear de la lejana ciudad del Mediterráneo, pues sólo un esclavo indiano fue vendido en ella sin contravenir ninguna real cédula. No sabemos lo que pensarían los mercaderes ligados al negocio esclavista peninsular, y al valenciano en particular, sobre la supresión de aquella nueva fuente aprovisionadora de cabezas procedentes ae las Islas nuevamente encontradas, como se llama a las Indias en los recibos de los altos funcionarios del Reino; pero podemos imaginar que sus ideas no serían muy diferentes de las del almirante Colón y los otros descubridores, los cuales no dudaron en embarcar junto a los frutos, animales y plantas de las tierras halladas, algunos de sus habitantes para venderlos a la vuelta. Y que ello era así, parece comprobarlo el hecho de que en las ocasiones en que llegaron indios, si bien de tierras no pertenecientes a la Corona de Castilla, los compraron sin escrúpulo alguno como piezas bien habidas.