25. Urue komuiya fueñe iemona urue jirua ei monoɨ

Se pueden reconocer cuatro partes en esta narración. La primera parte trata sobre el agua como elemento básico de la vida: el niño bebe y vive y los adultos bebemos y vivimos de la misma manera. El niño bebe la leche de la madre, nosotros bebemos agua, manicuera, cahuana. ITodo esto es lo que forma...

Full description

Autores:
Candre Kɨneraɨ, Hipólito
Tipo de recurso:
http://purl.org/coar/resource_type/c_18cc
Fecha de publicación:
1992
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
hto
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/82778
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/82778
Palabra clave:
300 - Ciencias sociales::301 - Sociología y antropología
Lengua no escrita
Discurso ceremonial
Uitoto
Ceremonial discourse
Witoto
Rafue
Murui
Tradición oral
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Description
Summary:Se pueden reconocer cuatro partes en esta narración. La primera parte trata sobre el agua como elemento básico de la vida: el niño bebe y vive y los adultos bebemos y vivimos de la misma manera. El niño bebe la leche de la madre, nosotros bebemos agua, manicuera, cahuana. ITodo esto es lo que forma nuestra sangre (dɨe) y sustancia (naɨe), que contribuyen a formar la fuerza (maɨrie). En la segunda parte Kɨneraɨ nos muestra que igual que para los humanos, lo es para las plantas y los animales. Aquí menciona los árboles, las plantas y tubérculos cultivados, las aves, los animales terrestres, y también los animales acuáticos (su respiración es su bebida). Estas dos primeras partes ilustran de una manera muy bella un postulado fundamental: necesitamos del agua y los líquidos para vivir. En la tercera parte Kɨneraɨ se refiere al líquido en el cual nos formamos, el líquido amniótico del útero (rɨbei), dentro el vientre de la madre, y alude a aquello que el corazón (komekɨ) pide. El corazón de todos los seres pide ese líquido del cual nos formamos. Aquí establece una comparación con los animales del mundo acuático: ellos parecen encerrados dentro del agua, pero no se asfixian. Los seres humanos estuvimos encerrados dentro del vientre materno, pero no nos asfixiamos. En la cuarta parte compara el vientre de la madre con este mundo: ¿si no nos asfixiamos en el vientre de la madre por qué vamos a asfixiarnos en este gran espacio? Kɨneraɨ emplea aquí la palabra aiyoko ‘casa grande’, que es uno de los términos para referirse a la maloca; literalmente significa “cavidad grande”, y puede referirse no solo a la maloca sino también al firmamento y todo lo que está bajo él. Es decir, el vientre, la maloca y el firmamento son equivalentes. En este punto, la narración de Kɨneraɨ se vuelve consejo (yetarafue) y conjuración (jɨɨra).