El humanismo social

Este ensayo parte del reconocimiento de la existencia del policlasismo, de la dispersión de las regiones, de los distintos estadios socio-culturales, de la atroz violencia, de la inmoralidad de grupos sórdidos, de la ingobernabilidad, de la ilegitimidad de muchas de nuestras normas jurídicas, de la...

Full description

Autores:
Umaña Luna, Eduardo
Tipo de recurso:
Book
Fecha de publicación:
1998
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/53441
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/53441
http://bdigital.unal.edu.co/48018/
Palabra clave:
2 Religión / Religion
21 Filosofía y teoría de la religión / Philosophy and theory of religion
Orden social
Pluralismo cultural
Orden republicano
Realidad latinoamericana
Sociología latinoamericana
Modernidad
Paz
Justicia social
Inequidad secular
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:Este ensayo parte del reconocimiento de la existencia del policlasismo, de la dispersión de las regiones, de los distintos estadios socio-culturales, de la atroz violencia, de la inmoralidad de grupos sórdidos, de la ingobernabilidad, de la ilegitimidad de muchas de nuestras normas jurídicas, de la corrupción por la búsqueda del poder ... Duele sí, que la mayor parte del pueblo colombiano (laborioso, honorable y sincero), tenga que someterse al drama nacional y al descrédito internacional. Estas circunstancias negativas e injustas deben desaparecer. Y entre más pronto mejor para la salud colectiva. Al plantear como base de la organización político-jurídica del país el predominio de la filosofia de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos, no se propone una nueva reforma constitucional sino tomar como guía básica este conjunto de principios (algunos ya incorporados en la Carta Magna de 1991), para hacer viable el cumplimiento de los derechos humanos, dentro de un clima de paz general con acertada y completa justicia social. Sobra decir que todo ello debe darse dentro del diálogo general, en que la sociedad no comprometida en los conflictos existentes, a cualquier nivel, sirva de árbitro imparcial para dirimir los conflictos de intereses en el plazo mínimo que exige el peligro de una solapada disolución de la nacionalidad. Lo primero debe ser el darle legitimidad al poder público en la significación de un Estado que, en forma planificada, desarrolle una verdadera coordinación entre las tres ramas del poder público. No creo necesario anotar que todo sistema político-jurídico tiene legitimidad cuando la normatividad respectiva parte de la eticidad. De ahí la importancia que debe adquirir esta última y, por ende, el logro de unas bases coherentes que permitan alcanzar un gobierno justo. En esta perspectiva jugará un papel primordial la colaboración académica, como cerebro del plan ecológico, de desarrollo y, en consecuencia, de ascenso cultural. La universidad resulta el centro motriz y el elemento vital de la estrategia del nuevo país. La apelación a la soberanía popular es la mejor salvaguarda de los principios éticos fundamentales. Sin defenderlos será imposible producir el cambio de estructuras y, por consiguiente, provocar la desaparición del flagelo de la inmoralidad, hoy por hoy favorecida por la impunidad que se deriva de la complicidad de los organismos formales e informales de control social.