La ética y la política en sus presupuestos

Es bueno de vez en cuando hablar de los presupuestos de la ética y de la política, pensar en lo importante que sería para la transformación social si todas hiciéramos una breve y sencilla reflexión acerca de los principios rectores de la conducta humana aplicados a la organización social en que vivi...

Full description

Autores:
Galvis Ortiz, Ligia
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1997
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/53173
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/53173
http://bdigital.unal.edu.co/47700/
Palabra clave:
3 Ciencias sociales / Social sciences
36 Problemas y servicios sociales, asociaciones / Social problems and social services
Ética
Política
Religión
Filosofía
Autonomía
Libertad
Autogobierno
Ejercicio de la Ciudadanía
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:Es bueno de vez en cuando hablar de los presupuestos de la ética y de la política, pensar en lo importante que sería para la transformación social si todas hiciéramos una breve y sencilla reflexión acerca de los principios rectores de la conducta humana aplicados a la organización social en que vivimos. Este no es un discurso inútil, tampoco es tan novedoso porque en todos nuestros encuentros sociales cotidianos o de trabajo, hablamos de ética y de política; concluimos las conversaciones sociales con la sentencia solemne de que el problema del país es la ausencia de la ética, y que la política es la negación de la ética y el imperio de la corrupción. En pocos momentos de nuestra historia se ha hecho tan manifiesta en la conciencia colectiva la ausencia de la ética y tan imperativo el llamado para pensar la política y su entorno desde esa perspectiva. Por eso, no pase las páginas, mejor sentémonos Juntas a mirar esos principios universales que todos reclamamos como propios porque son los rectores de nuestro comportamiento, pero se manejan con tal elasticidad que se confunden con las reglas de los juegos de sociedad que pueden dejarse de lado por momentos para que la diversión tenga más encanto. Creo que esto fue lo que pasó con la ética. Se ha hecho de ella un juego de sociedad, en el cual escondemos cartas, cambiamos los puntos de referencia con la mirada beneplácita de todos hasta que los principios perdieron su carácter de imperativos. Unos se someten de manera incondicional y sumisa a su autoridad rectora, otros les reconocen su vigencia de manera pasajera y transitoria y para otros esos principios son obstáculos para el desarrollo de sus intereses.