La semana de marcelo

¿Por qué no fue usted al entierro del hermano de Elisa?" -me preguntauna de los  B.-, mirándome fijamente, cuando apenas había tomadoyo asiento en aquel sofá familiar, forrado con un raso ya lustroso, que erapara mi algo muy del ambiente de la casa. Que recuerde, no tenía ningunarazón especial...

Full description

Autores:
Patino Roselli, Carlos
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1967
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/40075
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/40075
http://bdigital.unal.edu.co/30172/
Palabra clave:
Filosofía
literatura
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:¿Por qué no fue usted al entierro del hermano de Elisa?" -me preguntauna de los  B.-, mirándome fijamente, cuando apenas había tomadoyo asiento en aquel sofá familiar, forrado con un raso ya lustroso, que erapara mi algo muy del ambiente de la casa. Que recuerde, no tenía ningunarazón especial para visitarlas esa mañana, fue quizás el bello tiempo quehacía lo que me impulsó a quebrantar mis quehaceres habituales y buscar encualquier parte un poco de esparcimiento. Otras veces me ha ocurrido así.Pensaría entonces en esta curiosa familia, cuyo modo de ser no me agradani admiro siempre, pero que en ocasiones, según el humor, me atrae intensamente.Valdría la pena que alguien escribiera alguna cosa sobre ellas,contando como son, dando una idea de esas largas visitas en las cualescasi invariablemente sucede esto: luego de los saludos y frasecillas usuales,con el visitante sentado en el sofá y todas ellas rodeándolo desde diversossitios, una de las hermanas va apoderándose poco a poco de la conversacióny entroniza sin remedio el tema del Destino, de la Telepatía o de laMuerte ... Y mientras las demas callan y solo el huésped interrumpe cortésmente,a ratos, con una pregunta insulsa 0 un monosílabo de asentimiento,ella -la que habla- se debate cada vez más en su  tema. La excitación lava ganando hasta que llega un momento en que la joven parece no podermás, estar al borde de algo horrible, y cae de pronto en un silencio exhausto,sangrante, del cual ya no vuelve a salir. Pero entonces cualquiera otra deellas, aquella en quien la fiebre con que lo ha escuchado todo esté en un grado más alto -sin duda es absolutamente sincera es la emoción que laspalabras de la que habla van encendiendo en las demas, no hay aquí, comome fue insinuado una vez, comedia alguna- cualquiera otra de ellas, digo,toma el puesto de su hermana, recogiendo el mismo tema 0 bien, iniciandouno distinto. Y se repite así la historia, la penosa situación. En ocasiones, lavisita no termina sino cuando todas han tenido su turno, es decir, cuandohan llegado a la cima de su discurso y se han sumergido en ese angustiosoy repentino mutismo. Otras veces, sin embargo, el visitante consulta su relojy logra despedirse antes de que entre en acción -digámoslo así- la tercerao la cuarta de las hermanas. En todo caso, lo que realmente intranquilizadurante una visita a las B. no son las patéticas disertaciones de las jóvenesfilosofas, sino la actitud de la madre, quien calla todo el tiempo, con lamirada -¡si es que mira entonces algo!- apartada de la hija que este hablandoy con una expresión interior de pena y contrariedad. Tal como si enaquellos momentos, tras de su aire discreto y circunspecto, sufriera hondamentepor la conducta de sus hijas como por algo imposible de remediar.Repito que es esencialmente la señora de B. por quien tengo un vivísimoafecto, la causa de que a la salida de la visita me encuentre siempre enun desagradable estado de animo; algo asi como cuando de niño se mereñía en presencia de alguna persona mayor; en fin, una mortificante desazónque, menos mal, se va desvaneciendo a medida que bajo la calle -ceñidade uno que otro jardín- y me van envolviendo otra vez la realidaddel dia, la gente, los pitos de los autos ...