Cartas a Farim Nasem: poemario [reseña]

“El camino que se emprende de la realidad al arte es quizá el de más fácil trasiego, éste sólo se puede realizar si se ejecuta con especial sigilo un despojo de la realidad, si se abate lo habitual, si se sitúa lo fútil y lo común a la vera del sendero para que no entorpezca la marcha. Se trata de u...

Full description

Autores:
Malatesta, Julián
Tello González, Angela
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2012
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/53838
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/53838
http://bdigital.unal.edu.co/48515/
Palabra clave:
8 Literatura y retórica / Literature
86 Literaturas española y portuguesa / Literatures of specific languages and language families
Tello González, Ángela
Poesía
Cartas a Farim Nasem
Crítica e interpretación
Historia
Siglo XX
Reseña de libros
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:“El camino que se emprende de la realidad al arte es quizá el de más fácil trasiego, éste sólo se puede realizar si se ejecuta con especial sigilo un despojo de la realidad, si se abate lo habitual, si se sitúa lo fútil y lo común a la vera del sendero para que no entorpezca la marcha. Se trata de un camino de iniciación que probablemente no conduzca a ninguna parte, dado que el arte no se nos revela como un punto de llegada sino que es el asombroso silo donde se hallan todos los comienzos. En esta ilusoria jornada quien se alista de poeta es un nativo irascible enfrentado a las palabras como si quisiera vencer la hostilidad de los elementos, nada se le promete, salvo el instinto de conservación que le permite sobrevivir a esas amenazas del habla cotidiana: la estulticia, la extravagancia y la anodina repetición del proverbio. Más quien viene en sentido contrario, del arte a la realidad, con el alarde de haber emprendido la marcha hace muchos siglos, arrojado al día y a la noche en medio del vocerío de los poetas que le murmuran, que lo interrogan sin tregua, que le corrigen el habla, que lo visitan, le invaden la casa sin anunciarse, se camuflan en sus bolsas de viaje y se confunden con los víveres, ese poeta invadido anhela otro despojo, quiere la soledad, trae hambre de realidad y entonces penetra la dura faena de los seres humanos que humildes hacen girar su tierra y labora en el lenguaje de ellos, ausculta sus pasiones, descubre las huellas que les deja el dolor y las efímeras muecas de la alegría…”