La mejor escuela

En los años 80, cuando hice mi carrera de Biología en la U Javeriana, apenas empezaba a cambiar el enfoque académico de un currículo orientado a las Ciencias de la Salud. Los pocos estudiantes, rara vez más de 10 por semestre, compartíamos sedes, laboratorios y profesores con grupos gigantescos de e...

Full description

Autores:
Baptiste, Brigitte
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2016
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/61927
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/61927
http://bdigital.unal.edu.co/60739/
Palabra clave:
5 Ciencias naturales y matemáticas / Science
57 Ciencias de la vida; Biología / Life sciences; biology
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:En los años 80, cuando hice mi carrera de Biología en la U Javeriana, apenas empezaba a cambiar el enfoque académico de un currículo orientado a las Ciencias de la Salud. Los pocos estudiantes, rara vez más de 10 por semestre, compartíamos sedes, laboratorios y profesores con grupos gigantescos de estudiantes de nutrición o bacteriología, y nuestras preguntas e intereses acerca de la zoología o la botánica tenían muy pocas respuestas. Serían los profesores Giovanni Iafrancesco y Arturo Luna, junto con Darío Galindo Toro, Zoólogo de la Universidad Nacional de Colombia, quienes nos iniciarían en las ciencias naturales y nos abrirían el mundo riguroso y formativo de las publicaciones científicas, dentro de las cuales por supuesto, primaba Caldasia.Recuerdo en particular haber cargado todo un semestre, fotocopiado como correspondía, anotado, manchado y arrugado hasta su destrucción final, el artículo de Henry von Prahl y Gustavo Manjarrés acerca de los “Cangrejos Gecarcínidos de Colombia” (#66 de 1984), fresquito para cuando ejercí de monitor del curso de invertebrados y descubrí que podía comprar cangrejos en las pescaderías del centro de Bogotá para hacer un excelente ejercicio de laboratorio, guiado por el texto clásico de Barnes y lo más reciente del inventario nacional del grupo, reportado en Caldasia.La revista fue la puerta a la Ciencia, con mayúsculas y la que además pondría los nombres de los especialistas colombianos, la mayoría del Instituto de Ciencias Naturales, si no del INDERENA, al alcance de muchas generaciones que no teníamos ni el acceso a las publicaciones indexadas ni la cultura de consultarlas y no encontrábamos en la oferta de otras bibliotecas, salvo escasas excepciones, referentes a la biodiversidad colombiana. En conjunto con la memoria y generosidad del “mono” Hernández, a quien todos conoceríamos en algún momento de nuestras vidas, Caldasia era la biblioteca disponible y el paradigma de la investigación, donde todos aspirábamos publicar alguna vez.