La profundidad de la envolvente

El término fachada1 hace referencia a la superficie exterior que delimita el espacio arquitectónico. Parecería contradictorio hablar entonces de la profundidad de la fachada, pues se estaría dejando de lado su identidad como plano bidimensional y en cambio se le estaría atribuyendo espesor, caracter...

Full description

Autores:
Bustamante Parra, Diana María
Tipo de recurso:
Fecha de publicación:
2014
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/50380
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/50380
http://bdigital.unal.edu.co/44367/
https://repositorio.unal.edu.co/
Palabra clave:
720 Arquitectura / Architecture
Fachadas
Espacio en arquitectura
Arquitectura moderna
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:El término fachada1 hace referencia a la superficie exterior que delimita el espacio arquitectónico. Parecería contradictorio hablar entonces de la profundidad de la fachada, pues se estaría dejando de lado su identidad como plano bidimensional y en cambio se le estaría atribuyendo espesor, característica propia de un volumen tridimensional, mas no asociada a la noción de superficie. Este aparente contrasentido, encontrará explicación al revisar cómo, en el proyecto moderno los arquitectos resuelven el problema de la fachada; se sospecha que, una vez dada la separación estructura-cerramiento, se le asignó a la envolvente una doble función como dispositivo arquitectónico: a través de este nuevo espacio se debía vincular el exterior, pero a la vez contener y proteger el interior2. En un segundo plano quedaría el papel de superficie de delimitación y se convertiría en un volumen habitable, un espacio articulador. La separación entre estructura y cerramiento afectó radicalmente la concepción espacial; generando consigo, una redefinición de la noción de límite que hasta el momento había propuesto la arquitectura. Sin duda, uno de los principales cambios que surgió de esta revolución fue la liberación de la fachada; y se intuye que, a partir de esto, se generó la conciencia de la potencialidad de esta envolvente y su profundidad como espacio intermedio. Esta revolución, que es uno de los factores detonantes de la formación de la arquitectura moderna3, es un aspecto que en nuestra formación como arquitectos ha venido como un precepto ya asumido, la libertad de la estructura y cerramiento hace parte de una concepción lógica y natural con la que enfrentamos los proyectos hoy en día, la envolvente es autónoma del soporte y eso permite experimentaciones formales y estéticas; pues actualmente se tiene a la mano gran variedad de recursos técnicos que así lo permiten. Sin embargo esto no siempre ha sido así; basta con mirar, como, en la arquitectura barroca, renacentista o neoclásica el cerramiento y la estructura se entendían como una unidad y obedecían a los mismos ordenes; la fachada era entendida como un juego compositivo y decorativo, las horadaciones y ornamentaciones eran los elementos principales de esta superficie. La fenestración era la estrategia principal a través de la cual el edificio establecía relaciones con el exterior, se trataba de perforar, ahuecar superficies con ventanas, pero manteniendo primordialmente el carácter macizo de la estructura muraría exterior. En este caso, la fachada sería maciza, mas no profunda, habría una manipulación de orden material y dimensional diferente a la noción profundidad, donde es el espacio intermedio de la envolvente el que se densifica y gana espesor. Acorde con reflexión anterior, se plantea que, la envolvente arquitectónica adquiriría una profundidad inédita en la modernidad; aclarando sin embargo, que el espesor de la fachada no es un concepto exclusivo de la arquitectura moderna, pues los vacíos, corredores, balcones y masas envolventes ya se manifestaban en otras arquitecturas; inclusive el término poché4 se ha usado para designar el espacio intersticial y oculto al interior de los muros en la arquitectura barroca y renacentista, un grosor acumulado generado en la búsqueda de un espacio interior continuo y moldeado. Posturas, radica en que los arquitectos del proyecto moderno reconocieron esta profundidad habitable, al aumentar el espesor dentro de la envolvente también alteraron la percepción del espacial al interior y sus límites; no se trataba de ensanchar muros y marcos, manipulaban el espacio, no la materia. Juan Antonio Cortés hace énfasis en que no se trata de un espesor entendido como magnitud o dimensión medible, sino como apariencia perceptible; una alteración espacial en consecuencia a una variación técnica y material. Y en relación a esto, define dos niveles de espesor; el nivel geométrico que hace referencia a la dimensión y grosor de la profundidad como tal, y el nivel físico entendido como la densidad del espacio como experiencia sensorial y arquitectónica5. El inicio de este gran cambio, se daría cuando se transforma la idea tradicional de la ventana; hasta ese momento se había entendido como una horadación en una superficie, cuyas características cambiaban en relación a intenciones más estilísticas que espaciales, la fenestración era el método a través del cual se componían las fachadas. Luego de la separación entre estructura y cerramiento se intuye que se da el gran cambio, pues ya no hay que horadar sino componer una superficie envolvente definida a partir de la coordinación entre intenciones formales, técnicas y espaciales. Esta evolución espacial comprende uno de los problemas fundamentales de la arquitectura; pues implica en sí mismo aspectos formales, técnicos, compositivos y estéticos que modifican tanto la concepción interior como la relación del edificio hacia el exterior. Pero el objetivo, más allá de pretender mostrar las reflexiones en torno a este tema, se centra en reconocer estos principios enunciados directamente en el proyecto. Revisar esta transformación en la arquitectura colombiana es lo que motiva está investigación; pues aunque los principios del movimiento moderno surgieron en Europa y Estados Unidos años atrás de iniciar en el país, causa gran interés develar cómo ese pensamiento surgió y se materializo en Colombia. ¿Qué tuvo que pasar en la arquitectura colombiana para que se diera este cambio? Es necesario entender a través de esta investigación cómo se gestó la liberación de la fachada en el país, entender qué lo hizo posible, a partir de revisar ordenadamente los eventos y obras que fueron tejiendo la conformación de la envolvente y su profundidad. Cuestionar cómo, los arquitectos colombianos que veían en las publicaciones las primeras de obras de Le Corbusier, Mies Van der Rohe y Walter Gropius6, lograron entender y traducir ese espíritu formal, que no sólo estaba orientado a una nueva estética sino al desarrollo técnico de la arquitectura, con materiales que en ese momento no se conseguían en el país y evidenciar si a pesar de esos retos, lograron adaptar esa nueva arquitectura a la realidad y contexto colombiano. Esto, enlazado transversalmente por el análisis de temas esenciales para el entendimiento de la envolvente; la relación entre elementos y partes, las operaciones y estrategias puntales que usó cada arquitecto en determinada obra. Iluminar, ventilar y mirar serían las actividades más relevantes que posibilita la envolvente, son acciones que surgen a partir de la interacción entre el edificio y su contexto como respuesta a las necesidades propias del espacio interior, del uso y de las personas que lo habitan. Incorporar luz, aire y visuales son los propósitos que justifican la fachada como elemento delimitador, pues hacen parte de su naturaleza como dispositivo arquitectónico de mediación entre el interior y el exterior. Pero se considera que, la profundidad de la envolvente del proyecto moderno va más allá de permitir iluminar, ventilar y mirar; pues debido a su condición de espacio intermedio, se cree que la fachada profunda permitiría una nueva actividad, además y a partir de ese momento se podría habitar. Sen intuye que esta habitabilidad sería posible cuando la profundidad y la dilatación entre los estratos de la envolvente sea tal que, delimite un espacio, un recinto desde el cual se pueda estar en relación tanto con el exterior como con el interior, sin estar habitando específicamente en ninguno de ellos, sino en un espacio intermedio creado en relación a la envolvente y sus dispositivos. Se propone armar la estructura argumentativa de esta investigación a partir de analizar en el proyecto las operaciones implementadas en relación a estas tres acciones, e identificar sus variaciones en las distintas etapas de la conformación de la envolvente en la arquitectura colombiana; esto con el fin de sincronizar los aspectos históricos y arquitectónicos como herramienta de análisis proyectual. (Texto tomado de la introducción en la fuente)