De la monstruosidad a la alteridad en la obra de Diane Arbus

Resumen: Desde su surgimiento en la Antigua Grecia y hasta nuestros días, la cultura occidental ha tenido presente en cada una de sus épocas la necesidad de definir o, en algunos casos, crear la monstruosidad en ámbitos físicos, morales y psicológicos como representación de lo desconocido, lo oculto...

Full description

Autores:
Ocampo Ramírez , Gloria Inés
Tipo de recurso:
Fecha de publicación:
2013
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/11665
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/11665
http://bdigital.unal.edu.co/9151/
Palabra clave:
7 Las artes; Bellas artes y artes decorativas / Arts and recreation
Monstruosidad
Lo desconocido
Lo oculto
Lo enigmático/ Monstrosity
The unknown
The unseen
The enigmatic
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:Resumen: Desde su surgimiento en la Antigua Grecia y hasta nuestros días, la cultura occidental ha tenido presente en cada una de sus épocas la necesidad de definir o, en algunos casos, crear la monstruosidad en ámbitos físicos, morales y psicológicos como representación de lo desconocido, lo oculto, lo enigmático y principalmente lo aberrante para propiciar la construcción de ordenanzas que derivan en un ideal común sobre lo que se debe considerar normal y que permite asumir una identidad social. Con este fin se ha clasificado categóricamente al ser humano empleando valores opuestos como bueno-malo, correcto-incorrecto, normal-anormal, sano-patológico, bello-horroroso, que permiten identificar con, aparentemente, mas claridad lo que debe integrarse o excluirse de la sociedad donde lo heterogéneo y lo caótico no tiene cabida por la imposibilidad de ser normalizadas. Es así como, en las variaciones culturales e ideológicas de los pueblos, se puede constatar la presencia perdurable de una multiplicidad de imágenes de lo monstruoso, desde los seres míticos como las Gorgonas, la Esfinge, los cíclopes etc… hasta los individuos juzgados como anómalos según la ciencia médica del siglo XIX, tales como los hermafroditas y los siameses; sin olvidar la imaginería que el cristianismo requirió para representar el mal en el ser humano, como fue la figura de la bruja… Todo un ejército de seres monstruosos, donde cada uno en su singularidad física, moral o psicológica, tal como advierte José Miguel Cortés, “se enfrenta a las leyes de la normalidad”1. Más aún, en muchos casos se considera que los rasgos físicos simbolizan o se corresponden con el proceder o la condición moral del individuo en cuestión; por tanto, lo que perturba físicamente también transgrede la moralidad o el orden social.