El dualismo del pensamiento en amiel

(Traducido de la Revue de Métaphvsique et de Morale, por Louis V . Ghisie tti). Todo el interés de Amiel se sitúa en el testimonio condensado bajo el nombre de Diario íntimo, en el que se describe la historia de un pensamiento según las varias posiciones que es llevado a asumir frente a los objetos...

Full description

Autores:
Caes, P.
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1959
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/63370
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/63370
http://bdigital.unal.edu.co/63675/
Palabra clave:
14 Escuelas filosóficas específicas / Philosophical schools of thought
18 Filosofía antígua, medieval, oriental / Historical, geographic, persons treatment of philosophy
19 Filosofía moderna occidental / Historical, geographic, persons treatment of philosophy
8 Literatura y retórica / Literature
Dualismo
Pensamiento
Anécdotico y episódico
Sócrates
Filósofo
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:(Traducido de la Revue de Métaphvsique et de Morale, por Louis V . Ghisie tti). Todo el interés de Amiel se sitúa en el testimonio condensado bajo el nombre de Diario íntimo, en el que se describe la historia de un pensamiento según las varias posiciones que es llevado a asumir frente a los objetos propuestos a su mirada. Casi podríamos decir un examen de las múltiples posibilidades que pueda alcanzar la reflexión. Pero la lectura de la obra parece no poder terminar sino con esta paradójica conclusión: nadie existió menos que Amiel, y nadie tampoco, e inversamente, existió tan plenamente. Por supuesto no se hace obra de espíritu sino con la condición de abstraerse de la existencia con todo lo que comprende de anecdótico y episódico; y hasta el filósofo que presenta la defensa de esa existencia no alcanza a proponérnosla, ni a justificar la mayúscula con que la adorna, sino por medio de una sólida abstracción. E l alto nivel de la abstracción hará considerar a Amiel como un servidor de la idea. No es posible, sin embargo, darle plenamente tal título, pues se verificará igualmente en él este contrario de la contemplación: la apología de la vida y de los valores por los que ésta se afirma: ‘ entender” cedió con mucha frecuencia su puesto a “ experimentar” , y por eso pone en duda la función del juicio. De ahí esta alternancia, que no deja de molestar al crítico, entre una razón discursiva, dudosa, logiciana, impersonal, y una naturaleza intuitiva, instintiva y mística. Tal es el dualismo contemplado por nuestro propósito, y que, considerado en la unidad de la persona de Amiel, se traduce por numerosas contradicciones. Lo que, en Amiel, se afirma con nitidez es una necesidad de distanciarse de los objetos, de pensarlos. Lejos de dejarse dominar por ellos, prefiere someterlos al juego de las relaciones más variadas, como también más universales. En esta forma no tendrá más importancia la vida de un hombre que la de un mosquito, y la de este último podrá igualar “ la de un cuerpo celeste con todo su polvo de naciones” . Para él todo fue pretexto a la meditación y a la elevación hacia las categorías del pensamiento: aquí, los claros sonidos de las campanas de Semana Santa le sugieren la importancia del culto entre los pueblos, sin tener en cuenta las formas que pueda asumir; alia, una reunión de ruidosos y comunes campesinos le hace plantear el problema del refinamiento a través de las clases sociales. En otra parte, el espectáculo de un bello otoño con sus colores, sus vendimias, sus últimos preparativos antes del invierno lo conduce a la idea de un orden natural y una libertad que, bien entendida, “ no es sino la obediencia voluntaria a las leyes de la vida” . Un caprichoso mes de mayo —y la mujer se vuelve el fin de un análisis sobre su naturaleza, su condición y su destino. En Basilea, el panorama del Rhin y sus orillas le inspira el contraste entre la inmutable naturaleza y la vida fugaz: “ Allí vuelvo, y nada cambió en el p a isa je .. . sino yo” . En Scheveningen, la playa ruidosa y la muchedumbre en las terrazas le hacen soñar “ en todo lo que era necesario de historia para volver posible” lo que ocurría delante de él. Tan verdadero es el hecho que lo propio del pensador consiste en huir del mundo, en preferir el aislamiento en una altura en donde, como el poeta, podrá decir: Dejo vagar sin rumbo mis miradas en la llanura cuyo cambiante panorama se extiende a mis pies.