Medicina colonial en Popayán
Durante el siglo XVI no se registró inmigración de personal médico de España a las colonias, y así proliferó el empirismo indo-criollo, sin que el Gobierno de la Corona se preocupase por el bienestar social de sus nuevos súbditos; "ni médicos, ni cirujanos, ni boticarios, ni sangradores, ni par...
- Autores:
-
Paz Otero, Gerardo
- Tipo de recurso:
- Article of journal
- Fecha de publicación:
- 1968
- Institución:
- Universidad Nacional de Colombia
- Repositorio:
- Universidad Nacional de Colombia
- Idioma:
- spa
- OAI Identifier:
- oai:repositorio.unal.edu.co:unal/32426
- Acceso en línea:
- https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/32426
http://bdigital.unal.edu.co/22506/
- Palabra clave:
- 61 Ciencias médicas; Medicina / Medicine and health
historia de la medicina
comercialización de la Medicina
curanderismo popular
colonia
epidemias
- Rights
- openAccess
- License
- Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Summary: | Durante el siglo XVI no se registró inmigración de personal médico de España a las colonias, y así proliferó el empirismo indo-criollo, sin que el Gobierno de la Corona se preocupase por el bienestar social de sus nuevos súbditos; "ni médicos, ni cirujanos, ni boticarios, ni sangradores, ni parteras que siquiera sepan bautizar; y por consiguiente, ni celo religioso para instruirlas en este punto". (Mutis). Al lado de este curanderismo popular surge la medicina conventual con la instalación de las primeras Órdenes Religiosas: dominicanos 1552, Agustinos 1587, de la Encarnación 1591; ejercieron este apostolado Fray Jacinto, Fray Francisco y Fray Casimiro. La personalidad más destacada espiritualmente durante los primeros 50 años de vida cívica en Popayán fue su primer Obispo Juan del Valle, quien alarmado por la forma anticristiana como eran explotados los indios, reunió un Sínodo en 1555 para estudiar la precaria situación de los nativos despojados de sus tierras por los encomenderos; granjeándose así la enemistad de los colonos, primeros latifundistas de tipo feudal, quienes, como lo anota un Cronista, "vivían sin orden y sin gana de tenerlo, sino a su voluntad como suelen hacer en las tierras que nuevamente se conquistan. No sólo desobedecían los mandamientos de la Iglesia, sino que no se quitaban ni las gorras cuando se cruzaban con el Obispo. A tal punto se mostraban atrevidos con él, que en cierta ocasión cuando una india se refugió en la Casa Episcopal su encomendero penetró a ella y la sacó por los cabellos". |
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