Al rescate del experimento recreativo en el contexto de la antropogogía de la termodinámica y la fisicoquímica

Con suma frecuencia nos topamos a cada rato con vocablos mal empleados en extremo, al punto que reclaman borrón y cuenta nueva a fin de que puedan recuperar sus significados y fuerzas prístinas. Uno de tantos vocablos mal avenidos con el usa que se le suele dar es el de pedagogía. Literalmente, este...

Full description

Autores:
Sierra Cuartas, Carlos Eduardo
Tipo de recurso:
Work document
Fecha de publicación:
1998
Institución:
Universidad Nacional de Colombia
Repositorio:
Universidad Nacional de Colombia
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unal.edu.co:unal/21499
Acceso en línea:
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/21499
http://bdigital.unal.edu.co/12341/
Palabra clave:
54 Química y ciencias afines / Chemistry
Experimentos
Termodinámica
Procesos químicos
Métodos de enseñanza
Fisicoquímica
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial 4.0 Internacional
Description
Summary:Con suma frecuencia nos topamos a cada rato con vocablos mal empleados en extremo, al punto que reclaman borrón y cuenta nueva a fin de que puedan recuperar sus significados y fuerzas prístinas. Uno de tantos vocablos mal avenidos con el usa que se le suele dar es el de pedagogía. Literalmente, este término alude a la educación de los niños, por lo que, en principio, carece de sentido su uso en el real contexto universitario. En sentido estricto, en una universidad propiamente dicha se pretende formar hombres en el sentido más amplio del término. Por lo anterior, se ha preferido para el título del presente texto el vocablo antropogogía, mostrando el autor con ello su pleno acuerdo con una recomendación dada por el padre Carlos Eduardo Vasco Uribe, S.J., en el seno de un curso sobre el constructivismo, impartido hace algunos años en el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, de esta ciudad. En otro orden de ideas, en el caso de un país como el nuestro, sumido por completo en la ignorancia y el oscurantismo, lo que se pretende hacer con la ciencia y su enseñanza no le hace honor a lo que es la ciencia en sí misma, esto es, un modo de ver y estudiar el universo apoyado en el uso de la razón, cual antídoto contra el dogma y el principio de autoridad, los que, por desgracia, aun infestan el mundo hispano. Lamentablemente, los programas académicos nuestros en las diversas ramas de la ciencia y la ingeniería no promueven el desarrollo del genuino pensamiento científico, pese al uso de textos científicos de factura europea y norteamericana, al igual que la realización de prácticas de laboratorio. El hábito no hace al monje. En nuestros ámbitos académicos, todo gravita alrededor de lo libresco, tanto en la teoría como en el experimento. Para colmo, nuestra insensatez llega al extremo de usar de manera exclusiva libros de texto y manuales de laboratorio editados por casas comerciales. Aun no tenemos consciencia del superior material bibliográfico editado por las sociedades científicas serias. En fin, existe un divorcio patente entre la teoría y la praxis, manifiesto en la separación arbitraria en nuestro medio de ambos elementos del conocimiento científico. Olvidarse con harta frecuencia que teoría y praxis, en el seno de la ciencia genuina, están imbricados. La historia de la ciencia demuestra de un modo abrumador que la gestación de teorías tiene un fuerte apoyo en el método experimental. Después de todo, el experimento es el juez supremo ante el cual deben someterse a prueba las teorías. Los hechos quedan y las teorías pasan. La sensatez, entonces, sugiere no divorciar teoría y praxis. Ahora bien, en vista de que los manuales de laboratorio en uso en nuestros ámbitos académicos casi no logran contagiar la emoción y el placer propios de la investigación y el descubrimiento, la realización de prácticas se reduce las más de las veces a un mero trámite burocrático que busca la aprobación de una asignatura. El asombro filosófico queda así excluido de la formación universitaria habitual en este país tan extraño. Con la justificación hasta aquí expuesta, el autor ha querido con la escritura del presente texto rescatar en nuestro medio el asombro, la emoción, el placer y la pasión propios de la ciencia autentica, por la vía de los experimentos científicos recreativos. En particular, el interés se ha centrado en lo atinente a la termodinámica y la fisicoquímica. Los experimentos escogidos y organizados por temas en los respectivos capítulos, han respondido a necesidades y lagunas detectadas por el autor en cursos de termodinámica a su cargo a lo largo de los últimos doce años. La forma de presentar aquí los diversos experimentos seleccionados no se parece en mucho a la de un típico manual de laboratorio. De un lado, se incita al alumno a realizar por sí mismo los experimentos propuestos al tiempo que se ejercita en el planteamiento de interrogantes cruciales y su necesaria reflexión. Además, se insiste con frecuencia en el abandono inicial de la lectura sobre el tema, previa a la realización del experimento. Las buenas lecturas se sugieren como etapa final tras una experimentación y reflexión intensas. De este modo, el presente libro no es, por fortuna, un manual de laboratorio. Para los propósitos aquí contemplados, se ha privilegiado la calidad de los experimentos sobre su cantidad. No se pretendió en ningún momento llevar a cabo una recopilación enciclopédica. Desde otra perspectiva, y en armonía con la honda convicción del autor en lo que atañe a la inestimable ayuda que presta la historia y filosofía de la ciencia y la tecnología para la enseñanza de las mismas, se ha procurado incluir material histórico selecto. En concreto, el capítulo 5 está dedicado de manera exclusiva a ciertas historias desconocidas casi que por completo en nuestro medio. Pero, así mismo, los capítulos destinados a los diversos experimentos elegidos se han enriquecido con aspectos históricos y filosóficos alusivos a los mismos. Similar intención persiguen los múltiples epígrafes elegidos. De facto, en Gran Bretaña, por ejemplo, se ha incorporado la enseñanza de la historia y la filosofía en los programas de ingeniería. Aquí tenemos una buena muestra del buen sentido común propio de la Rubia Albión