Ciudad y arquitectura: los dioses son seres vivientes

Se sabe que en épocas primitivas (1150-1000 a. C.), tribus de dorios y de griegos nor-occidentales que ocuparon grandes áreas de la Grecia continental y de Creta2, practicaban una forma de religión que los antropólogos definen como “animista” o “fetichista”, pues los objetos de veneración no eran pr...

Full description

Autores:
Arteaga-Díaz, Gonzalo
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2004
Institución:
Universidad Católica de Colombia
Repositorio:
RIUCaC - Repositorio U. Católica
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repository.ucatolica.edu.co:10983/15288
Acceso en línea:
http://hdl.handle.net/10983/15288
Palabra clave:
GRIEGOS
ANTROPÓLOGOS
VENERACIÓN
DIOSES
ENTIDADES NATURALES
PIEDRAS LAGUNAS
NATURALEZA
FENÓMENOS NATURALES
LUGARES SAGRADOS
SANTUARIOS TERRITORIO SAGRADO
Rights
openAccess
License
Derechos Reservados - Universidad Católica de Colombia, 2004
Description
Summary:Se sabe que en épocas primitivas (1150-1000 a. C.), tribus de dorios y de griegos nor-occidentales que ocuparon grandes áreas de la Grecia continental y de Creta2, practicaban una forma de religión que los antropólogos definen como “animista” o “fetichista”, pues los objetos de veneración no eran propiamente dioses, bajo las formas “más desarrolladas” de religiosidad que hoy conocemos, sino entidades naturales tales como piedras, lagunas, bosques o árboles y, en general, manifestaciones de la naturaleza, objetos o fenómenos naturales. Eran, en realidad, experiencias de la naturaleza objetivadas en deidades. En algunos parajes de la virgen geografía griega, quizá, las manifestaciones de la naturaleza eran singulares, y los primitivos griegos las identificaban como “presencias”. Con el tiempo, a esas manifestaciones particulares de los poderes de la naturaleza terminaron por reconocerlas como presencias de la divinidad y a los lugares donde aquellas se manifestaban, terminaron por considerarlas como lugares sagrados o santuarios (lugares habitados por dioses). Posteriormente, durante el período arcaico, cada uno de aquellos santuarios terminó por ser delimitado con una muralla (temenos) que diferenciaba el territorio sagrado del que no lo era.