Revisión de un clásico: La Antología de la literatura fantástica

Viejas como el miedo, las narraciones fantásticas son anteriores a las letras, sostiene el autor argentino Adolfo Bioy Casares al inaugurar el “Prólogo” que abre la primera edición de la Antología de la literatura fantástica de 1940. Compilada junto con Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo, la aventur...

Full description

Autores:
Amatto, Alejandra
Tapia, Jazmín
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
2023
Institución:
Universidad de Cartagena
Repositorio:
Repositorio Universidad de Cartagena
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repositorio.unicartagena.edu.co:11227/18311
Acceso en línea:
https://hdl.handle.net/11227/18311
https://revistas.unicartagena.edu.co/index.php/visitasalpatio/article/view/4436
Palabra clave:
Rights
openAccess
License
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0
Description
Summary:Viejas como el miedo, las narraciones fantásticas son anteriores a las letras, sostiene el autor argentino Adolfo Bioy Casares al inaugurar el “Prólogo” que abre la primera edición de la Antología de la literatura fantástica de 1940. Compilada junto con Jorge Luis Borges y Silvina Ocampo, la aventura literaria que se propusieron encabezar estos tres escritores –que para inicios de aquellos años apenas figuraban en la escena literaria argentina–, suponía afirmar, en principio, que lo fantástico era anterior al mundo de la escritura. Por supuesto, la premisa implicaba una declaración de principios que, bajo esa forma de categorización, nos permitiría conjeturar en la actualidad la falsa inferencia de que el género fantástico había gozado ya desde inicios de aquella década cierto reconocido estatus y podría comenzar a formar parte de un incipiente canon literario en ciernes. Nada más alejado a lo que en ese periodo sucedía efectivamente con respecto a la lectura, recepción y difusión de la literatura fantástica en aquel momento. Faltarían varios años más para que este género encontrara su realización plena en un campo literario propicio, a pesar de su presencia indiscutible a nivel universal, y en varias regiones de América Latina desde la segunda mitad del siglo XIX en particular. En ese sentido, la compilación presentada por estos tres argentinos —especialmente reforzada por la figura de Borges, quien apenas comenzaba a despuntar como un referente en el tema— impulsó una revisión y, en cierta forma, un descubrimiento de lo fantástico para gran parte de una nueva comunidad lectora latinoamericana. A partir de su publicación, las condiciones adversas que el género tuvo que enfrentar en varios círculos literarios, desde sus inicios, se fueron modificado sustancialmente. En ese sentido, no es precipitado afirmar que si hubo un libro pionero que contribuyó al inicio de una discusión más profunda (en nuestro entorno) sobre el papel del género fantástico, y que lo pensó como un modelo de discurso insubordinado ­–que empalmaba tanto la construcción de un tipo textual, como los temas que desde él se abordan–, ese fue la Antología de la literatura fantástica.