Sobre la teoría de la novela.

¿Por qué leemos novelas? Said dice muy sutilmente que, ante todo, lo hacemos porque deseamos la compañía de otra voz. En ésta escuchamos el seductor comienzo de una nueva vida, alternativa a la nuestra. Leer una novela, sin embargo, es también sentir que la autenticidad es sistemáticamente traiciona...

Full description

Autores:
Jiménez Panesso, David
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1991
Institución:
Universidad Pedagógica Nacional
Repositorio:
Repositorio Institucional UPN
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repository.pedagogica.edu.co:20.500.12209/5497
Acceso en línea:
https://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/RF/article/view/5337
http://hdl.handle.net/20.500.12209/5497
Palabra clave:
Teoría de la novela
Lukákcs
Géneros literarios
Rights
openAccess
License
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0
Description
Summary:¿Por qué leemos novelas? Said dice muy sutilmente que, ante todo, lo hacemos porque deseamos la compañía de otra voz. En ésta escuchamos el seductor comienzo de una nueva vida, alternativa a la nuestra. Leer una novela, sin embargo, es también sentir que la autenticidad es sistemáticamente traicionada. El personaje quiere ser otro distinto del que es; el lector quiere encontrar en el personaje ese alguien distinto que quisiera ser o, por lo menos, ese modelo de quien distanciarse para ser diferente. El autor desea una nueva vida, una como no existe en la realidad. ¿ Quién comienza a leer una novela? Un hombre solo, aislado. ¿Qué historia lee? La historia de un hombre, o de una mujer, solo, aislado. ¿Quién la escribe? Un hombre solo, que pretende así, igual que el lector, salir de su aislamiento. ¿ Se trata del placer que nos causa el espectáculo de una vida libremente creada? Pero no la percibimos libre. ¿Es la ilusión de contemplar cómo se forja un destino, cómo se hace un individuo, al contrario de lo que sucede con nuestra vida, cuyo hacerse nos es dado contemplar sólo en fragmentos y a saltos y cuyo sentido final ignoramos? Pero el personaje de novela está también forjado con nuestra propia materia histórica. Él también se impulsa con la ilusión de la libertad para descubrir, finalmente, que no es dueño de su propia vida, de su propio destino. Que hay fuerzas moldeadoras que son, más propiamente, deformadoras y destructoras, superiores al individuo. Y el novelista no puede sustraer a su personaje de esas fuerzas que son ineluctables, aun en la ficción. Sin ellas, el mundo ficticio no sería novelístico sino simplemente fábula o cuento fantástico.