Nota introductoria.

Documentos sobre el valor económico de la educaciónDado el interés por los problemas de la economía de la educación en nuestros días, en esta entrega de la Revista Colombiana de Educación se incluyen dos textos de la segunda mitad del siglo XIX relacionados con el “aspecto económico de la instrucció...

Full description

Autores:
Grupo de Investigación
Tipo de recurso:
Article of journal
Fecha de publicación:
1995
Institución:
Universidad Pedagógica Nacional
Repositorio:
Repositorio Institucional UPN
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repository.pedagogica.edu.co:20.500.12209/8761
Acceso en línea:
http://revistas.pedagogica.edu.co/index.php/RCE/article/view/5374
http://hdl.handle.net/20.500.12209/8761
Palabra clave:
Rights
openAccess
License
https://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0
Description
Summary:Documentos sobre el valor económico de la educaciónDado el interés por los problemas de la economía de la educación en nuestros días, en esta entrega de la Revista Colombiana de Educación se incluyen dos textos de la segunda mitad del siglo XIX relacionados con el “aspecto económico de la instrucción pública”. Las reformas educativas de la segunda mitad del siglo XIX auspiciadas por el radicalismo (1863-1 886), siempre estuvieron asistidas por una permanente reflexión acerca de los beneficios materiales de la universalización de la enseñanza. Los radicales no sólo fueron conscientes de los costos de la creación y sostenimiento de un sistema educativo —de las inversiones en escuelas, maestros, administración, textos, ayudas educativas y laboratorios (“instrumentos”)—, sino también de las ganancias públicas y privadas derivadas de la inversión en educación. Para ellos la escuela era una fuente de riqueza. Al entrenar racional mente la capacidad de trabajo de la población, elevaba la calidad de la mano de obra, su habilidad productiva y su valor en el mercado de trabajo. Camacho Roldán apuntaba que un esclavo corriente se vendía en la subasta pública por doscientos pesos, pero si se le entrenaba, si aprendía a leer y a escribir y se le ejercitaba en un oficio, alcanzaría quizás un valor no inferior a los cinco mil pesos. Por su lado Manuel María Mallarino escribía que la China con 300 millones de habitantes producía menos que Inglaterra con sólo treinta millones. A su juicio esta diferencia no provenía de las desigualdades innatas y biológicamente condicionadas de los orientales y de los ingleses, sino de la industria, de la aplicación de las facultades del hombre a la producción. Los chinos suplían con paciencia la falta de ciencia empleaban cien años en hacer un plato que en Sévres se fabricaba en un mes.