¿Prometeo viajando en Cadillac? Los telecentros como el prometido fuego del conocimiento

La trillada brecha digital se ha convertido en un lugar común en nuestra jerga sobre comunicación y desarrollo. Sin duda, es clara entre los países del Norte y del Sur, pero aún más dramáticamente explícita en el interior de los países del Tercer Mundo, entre las áreas urbanas y rurales y entre rico...

Full description

Autores:
Tipo de recurso:
article
Fecha de publicación:
2004
Institución:
Pontificia Universidad Javeriana
Repositorio:
Repositorio Universidad Javeriana
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repository.javeriana.edu.co:10554/27786
Acceso en línea:
http://revistas.javeriana.edu.co/index.php/signoypensamiento/article/view/3656
http://hdl.handle.net/10554/27786
Palabra clave:
null
brecha digital; sociedad de la información; TIC; desarrollo social
Brecha digital; Sociedad de la información; Tecnología de la información
Rights
openAccess
License
Atribución-NoComercial-SinDerivadas 4.0 Internacional
Description
Summary:La trillada brecha digital se ha convertido en un lugar común en nuestra jerga sobre comunicación y desarrollo. Sin duda, es clara entre los países del Norte y del Sur, pero aún más dramáticamente explícita en el interior de los países del Tercer Mundo, entre las áreas urbanas y rurales y entre ricos y pobres. Ya no es posible aislar el tema y reducir el desequilibrio a una cuestión de acceso a la tecnología; sin embargo, esto es precisamente lo que sucede tantas veces, cuando las TIC se perciben como la 'solución' para la pobreza y el subdesarrollo, como si la injusticia social, la discriminación, la corrupción, los injustos acuerdos comerciales, la carencia de servicios básicos, los precarios sistemas de educación y salud, etc. fueran únicamente factores marginales. Las TIC irrumpieron en el mundo del desarrollo con mucha fuerza; en los años ochenta y noventa se dio un impluso muy grande paa 'brindar acceso' a las nuevas tecnologías de la información en áreas pobres del mundo. Sin embargo, la realidad muestra que sembrar computadores y conectividad en comunidades que no tienen siquiera agua potable y electricidad y menos aún líneas telefónicas, es casi siempre un fracaso anunciado, debido a la falta de participación de las comunidades afectadas.