La enfermedad silenciosa de los “biopolímeros” : un problema biopolítico presente en las socialidades digitales
A finales de junio de 2019 llegaba de mi primera salida de campo como estudiante de la universidad Icesi; estuvimos aproximadamente cinco días en la vereda de San Pablo de la Mar, ubicada en la costa nariñense. El Río Tapaje, sereno pero inmenso, nos recibió a bordo de ‘Don Lido’, después de pasar l...
- Autores:
-
Herrera Osorio, Catalina
- Tipo de recurso:
- Trabajo de grado de pregrado
- Fecha de publicación:
- 2021
- Institución:
- Universidad ICESI
- Repositorio:
- Repositorio ICESI
- Idioma:
- spa
- OAI Identifier:
- oai:repository.icesi.edu.co:10906/92936
- Acceso en línea:
- http://repository.icesi.edu.co/biblioteca_digital/handle/10906/92936
http://biblioteca2.icesi.edu.co/cgi-olib?oid=328556
- Palabra clave:
- Biopolímeros
Biopolítica
Salud pública
Sociedad de la información
Medios digitales - Aspectos sociales
Trabajos de grado
Ciencia Política
Departamento de Estudios Políticos
- Rights
- License
- https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/4.0/
Summary: | A finales de junio de 2019 llegaba de mi primera salida de campo como estudiante de la universidad Icesi; estuvimos aproximadamente cinco días en la vereda de San Pablo de la Mar, ubicada en la costa nariñense. El Río Tapaje, sereno pero inmenso, nos recibió a bordo de ‘Don Lido’, después de pasar la noche navegando a través de este por las corrientes del Mar pacífico. No puedo sacar de mi mente cómo Pachita1, mientras entonaba su versión de la canción “Mi pueblo” de Jairo Varela, logró apaciguar las ansias y la incertidumbre que cargábamos quienes nos atrevimos a conocer una Colombia poco escuchada y que nos dejó inmensos aprendizajes. El muelle, lugar de encuentro con los niños y niñas de la comunidad, sostuvo muchos saltos, clavadas y tuvo que recibir uno que otro golpe, por la torpeza de quienes lo disfrutábamos. Vos y tu cuerpo se adaptan inevitablemente al medio y a las circunstancias en las que vivís. Mientras los niños y niñas de la vereda, sin importar su edad, lograban navegar por las aguas del río cual pez vela, mis compañeras y yo a duras penas nos manteníamos a flote. Quizás por esto, mi cuerpo estaba un poco fuera de lugar y me hice un poco más consciente de cómo me sentía, de cómo estaba “ubicada” en mi cuerpo de vuelta en la ciudad. A los días de regresar a la ciudad, me sentía cansada, algo confundida, de pronto hasta con un estilo de “mar lag” por los golpes constantes que recibimos en la lancha de regreso. Un viaje que hicimos en aproximadamente 13 horas en barco se redujo a 4 horas en lancha, pero con muchas ‘zarandeadas’ y tropiezos de por medio; mis glúteos y mi espalda recibieron todo el impacto. |
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