El carnaval ha terminado

El papa Gregorio VII fue papa de armas tomar. Ofició en la Roma del año 1070; en tiempos de Enrique IV, un emperador joven y ambicioso que quería para sí todos los poderes. Su reinado coincidió con el del papa Gregorio, que le competía en ambición pues quería, además del poder de su iglesia, la cató...

Full description

Autores:
Tipo de recurso:
Fecha de publicación:
2015
Institución:
Universidad del Rosario
Repositorio:
Repositorio EdocUR - U. Rosario
Idioma:
spa
OAI Identifier:
oai:repository.urosario.edu.co:10336/37764
Acceso en línea:
https://doi.org/10.48713/10336_37764
https://repository.urosario.edu.co/handle/10336/37764
Palabra clave:
El papa
Religión
Edad Media
Iglesia católica
Ética y política
Publicaciones en serie generales
Rights
License
Atribución-NoComercial-CompartirIgual 2.5 Colombia
Description
Summary:El papa Gregorio VII fue papa de armas tomar. Ofició en la Roma del año 1070; en tiempos de Enrique IV, un emperador joven y ambicioso que quería para sí todos los poderes. Su reinado coincidió con el del papa Gregorio, que le competía en ambición pues quería, además del poder de su iglesia, la católica, el de las otras iglesias y el del Estado. Entonces Enrique IV hizo un concilio, el de Worms, para derrocar al papa Gregorio VII; quien a su vez hizo otro, el de Letrán, para derrocar al emperador, y de paso excomulgarlo. Consiguió ambas cosas. Enrique IV se vistió de harapos para pedir su clemencia, como puede verse en la obra de Pietro Aldi(1852).El Papa le perdonó la excomunión pero empezó una guerra, conocida con el bonito nombre de la “Querella de las investiduras”, en la que tuvo la mejor parte el emperador. Este acabó nombrándole al papa un antipapa, curiosa figura, que fue Clemente III, y se hizo coronar por él como emperador en1084.Traigo a cuento a Gregorio VII debido a que lo que fracasó con su intento sobre Enrique IV fue el deseo de imponer el poder eclesiástico no solo sobre el poder político, sino sobre los poderes de todas las demás iglesias. Logró promulgar la encíclica Dictatus papae de 1075, que, como su nombre lo indica, era un decreto dictatorial dirigido a reglamentar que solo el papa podía nombrar y deponer obispos. Pero fue más allá, trató de que a los papas correspondiera también el nombramiento de los reyes, debido a que en los primeros residía un poder delegado del propio Dios.