Ilegalización de luchas sociales e institucionalización de la violencia en la historia de Colombia

La "ilegalización de las luchas sociales" ha sido el otro elemento constitutivo de la estrategia de conservación del Estado Señorial: Fue el procedimiento utilizado frente a una de las primeras huelgas (estallada en las plantaciones bananeras de la United Fruit Co., por 1928) y que se repr...

Full description

Autores:
García, Antonio
Tipo de recurso:
Contribution to the magazine
Fecha de publicación:
2000
Institución:
Universidad Cooperativa de Colombia
Repositorio:
Repositorio UCC
Idioma:
OAI Identifier:
oai:repository.ucc.edu.co:20.500.12494/51811
Acceso en línea:
https://hdl.handle.net/20.500.12494/51811
Palabra clave:
Luchas sociales
Misión Kemmerer
Imperialismo
Social struggles
Mission Kemmerer
Imperialism
Rights
openAccess
License
Atribución – No comercial
Description
Summary:La "ilegalización de las luchas sociales" ha sido el otro elemento constitutivo de la estrategia de conservación del Estado Señorial: Fue el procedimiento utilizado frente a una de las primeras huelgas (estallada en las plantaciones bananeras de la United Fruit Co., por 1928) y que se reprimió como un acto de subversión con todo el peso de las fuerzas armadas y un costo aproximado de 1200 muertos obreros. Y éste, en esencia, el mismo procedimiento que hoy se continúa empleando, frente a la propagación del movimiento huelguístico del proletariado a las clases medias y a las diversas expresiones de descomposición social. Este proceso no ha sido modificado en los últimos quince años, cuando se frustraron dos grandes posibilidades de reforma: La de la burguesía industrial, transformada en su ideología por la estructura corporativa del capitalismo por la economía de monopolios y las nuevas formas de colonialismo ideológico; y la del partido liberal, cuyo patriciado había logrado canalizar en su provecho el "estado natural de insurgencia" contra el esclerosado gobierno conservador. Para salvar a los gobiernos liberales de esta frustración, nada pudieron hacer, ni el ingenuo y despolitizado movimiento sindical, ni las nuevas generaciones revolucionarias de 1924, incorporadas al campo de gravitación del bipartidismo con sus armas y bagajes. En última instancia su contribución fue más negativa que positiva, ya que si bien es cierto que ayudaron a reparar la seca estructura de la Constitución Conservadora de 1886, abandonaron al pueblo a su propia esperanza y reforzaron la dinámica feudal de los partidos conservadores.